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Dando continuidad a la creación del mundo

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Comentario de Parashat Bereshit, por el rabino Pablo Gabe, de la Kehilá de Córdoba, Argentina

Dando continuidad a la creación del mundo

Bereshit da inicio al tiempo, humanamente mesurable. Comenzar así un comentario es un desafío a pensar acerca del tiempo y de la capacidad de contabilización del mismo. Difícil sería pensar en la temporalidad anterior a Bereshit. ¿Acaso existía el tiempo anteriormente? Dios crea el cielo y la tierra, ¿pero qué es lo que existía antes? El Midrash nos explica que nada podemos saber, como seres humanos, acerca de eso. La temporalidad nace en Bereshit. La eternidad de Dios está por encima de ella, pero para nosotros, solo nos es dable contar desde ese preciso momento.

Seis días bastaron para que Dios creara los cielos y la tierra. Dividiera la luz de la oscuridad. Separara las aguas, ordenara a la tierra que produzca hierbas y árboles para la alimentación. La creación de las diferentes luminarias tienen como objetivo ordenar nuestros tiempos. Las aguas produjeron todos los seres vivos acuáticos mientras que la tierra las diferentes aves y reptiles (Radak, Rabi David Kimji, a Bereshit 1:20). Los animales también fueron creados desde la misma tierra, formando Dios a cada una de las distintas especies. Todas ellas recibieron el mandato divino: “Multiplíquense y llenen la tierra”.

A la hora de crear al hombre, encontramos una particularidad en el relato. Mientras que en todas las diferentes creaciones, Dios ordenaba a la tierra o al agua, y eran ellas las que iban formando las especies, con el hombre Dios se hace cargo de la creación. “Hagamos a un hombre a nuestra imagen y semejanza” (Bereshit 1:26). Nos preguntamos, ¿Con quién es que hablaba Dios? La respuesta que más me convence es que el diálogo se produce con la tierra. El ser humano es la mezcla de la materia, otorgada por la tierra, y el espíritu dado por Ad’ (Ramban, Rabi Moshé Ben Najmán, a Bereshit 1:26). Es el ser humano, por lo tanto, la corona de la creación, el centro de todo el mundo. El mismo, luego de su creación, recibió la orden de multiplicarse, llenar la tierra y gobernar todo lo existente.

Luego de los seis días de la creación, encontramos el Shabat. El momento en que Dios interrumpió su obra creativa para contemplar lo que había hecho. Aquí hay un punto sobre el cual podemos reflexionar. El texto dice así: “Y se concluyó la creación de los cielos y la tierra. Concluyó Dios en el día séptimo la tarea que había realizado. Y reposó en el día séptimo de toda la obra que había hecho. Y bendijo Dios al día séptimo y lo santificó, porque allí reposó de toda la tarea, que había creado Dios al hacer” (Bereshit 2: 1-3). Llama poderosamente la atención la última palabra. En la traducción parece tener lógica, pero en hebreo es llamativo. La palabra utilizada es Laasot, hacer, llevar a cabo. ¿Por qué está en infinitivo? Aparece en infinitivo, porque la tarea del mundo no ha terminado. Cada especie debe seguir adelante, según su naturaleza, desarrollando el mundo (Radak, a Bereshit 2:1).

La creación del mundo no termina con Bereshit. El ser humano es socio de Dios en la creación. Tenemos la obligación de gobernar, de dominar al mundo. ¿De qué manera lo estamos haciendo? ¿Somos socios de Dios o decidimos tomar sus acciones en el mundo y hacer lo que nos parece?  

Todo comienzo nos permite preguntarnos.

Shabat Shalom!
Rabino Pablo Gabe
Kehilá de Córdoba, Argentina

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