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Desde los fragmentos

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Comentario de Parashat Kedoshim, por el seminarista Dr. Gabriel Pristzker, de la Kehilá de Córdoba, Argentina

Esta semana leemos Parashat Kedoshim. En lo personal, está entre mis favoritas. Una (de tantas) curiosidades de esta sección semanal es que en ella, aunque de manera no explícita, se encuentran los diez mandamientos. Ya en el Talmud de Jerusalém y en el Midrash, Rabí Levy “descubría” que, además de las dos versiones manifiestas presentes en la Torá (una en Shemot y otra en Devarím) en nuestra parashá hay versículos que son equivalentes a los “aseret hadivrot originales”.

¡Pero! Es hacia las tablas (donde figuran los “originales”) donde deseo dirigirme y compartir esta enseñanza que atesoro del Rav Harold Kushner en uno de sus libros.

Shemot raba, un compendio de comentarios rabínicos, cuenta que “Lujot ve shivrei halujot munajim baaron….”, Moshé recoge los fragmentos de las tablas originales y las coloca en el arca junto con las nuevas y los lleva todo el viaje con él.

Moshé entiende que el sueño de crear una nación de ex esclavos en un pueblo que siguiera las leyes de Dios se hizo pedazos. Pero lo que hace Moshé es guardar los pedazos de su sueño justamente para recodarse lo que alguna vez soñó hacer y también para recordar las lecciones que aprendió al ver que su sueño no se cumplía. Moshé pasa de un sueño menos ambicioso a uno más realista. Moshé quiere recordar que alguna vez soñó con algo que quedó fuera de su alcance, pero lo que no quiere es que ese recuerdo quede como un fracaso. Y respecto de esos fragmentos rotos de lo que alguna vez anheló, no deja que se conviertan en piedras que lo hundan, sino en piedras que conformen los escalones de su futuro éxito.

Por esto creo que los sueños rotos, los corazones rotos, las esperanzas que no se cumplen, no deberíamos verlas como símbolos del fracaso. Mejor sería verlo como muestras de valor. Saber que fuimos capaces de soñar, para apostar a algo grande, y al no obtenerlo, fuimos lo suficientemente valientes para llevar con nosotros hacia el futuro los fragmentos de esas esperanzas destruidas, y nos supimos mostrar, a quienes solíamos ser, el preámbulo de aquellos en quienes nos convertiremos.

¡Con deseos de Brajá y un buen mes Iar!
¡Shabat Shalom!
Seminarista Dr. Gabriel Pristzker
Kehilá de Córdoba, Argentina

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