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El idioma del alma

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Comentario de Parashat Vaetjanan, por el seminarista Dr. Gabriel Pristzker, de la Kehilá de Córdoba, Argentina

Esta semana leemos parashat Vaetjanán, y uno de sus pasajes es el Shemá, quizás una de las más conocidas oraciones del Pueblo Judío. En relación a el, y a la Amidá (central también, como el Shemá, en cada momento de «rezo»), discuten los sabios en qué idioma rezarlos. Concluyen que, en estos dos casos,  es mejor hacerlo en el idioma que comprendemos antes que en hebreo.
¿Cuál es el idioma más apropiado para rezar?
Las tefilot son en su mayor parte en hebreo (las hay en arameo!), y entiendo que es aconsejable a priori rezar en nuestro idioma, PERO si la persona no lo entiende o no lo lee con facilidad puede remitirse a la fonética o hasta rezar en cualquier idioma. En definitiva Dios los conoce todos.
Una historia jasídica (que cuenta con numerosas variantes) nos habla de la oración de un judío inculto que quiso rezar pero no sabía hebreo. El hombre empezó a recitar lo único en hebreo que conocía, el “alefbet”, las letras del abecedario hebreo. Y lo hizo una y otra vez hasta que el Rav le preguntó lo que estaba haciendo. El hombre contestó: «Bendito es Él que sabe lo que está en mi corazón. Yo le daré las letras, Él puede formar las palabras».
Entiendo que hay muchas y buenas razones para rezar en hebreo: es un incentivo para aprenderlo; proporciona un eslabón de unión entre los judíos del mundo; es el idioma de la santidad («Lashón Hakodesh») y de nuestros ancestros y expresa directamente lo que el TaNaJ o los sabios de todo tiempo y lugar quisieron expresar con sus palabras. Cuando se traduce del hebreo se pierde y/o se añade algo de y  al significado original del texto. Se pierde un poco de lo que era propiamente judío al usarse un idioma que no es de por sí judío. Solo unos ejemplos: no es lo mismo decir Biblia que TaNaJ, tefilá que rezos, Dios que Adonai.
Sin embargo, ya los codificadores halajicos eran conscientes de que no todos sabían hebreo y codificaron que las secciones más trascendentes de la oración sean dichas en el idioma que a cada congregante le era propio.
En mi humilde opinión debemos hacer todos los esfuerzos para estudiar ivrit. Mientras no podamos hacerlo, será desafío de cada uno encontrar el balance entre lo que se entienda y lo que no y entre lo que uno no sepa lo que está diciendo pero sabe, bien adentro, lo que está queriendo decir.
¡Shabat Shalom!
Seminarista Dr. Gabriel Pristzker
Kehilá de Córdoba, Argentina

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