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El triunfo de la razon

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Comentario de Parashat Miketz, por el rabino Pablo Gabe, de la Kehilá de Córdoba, Argentina

Reiteradas oportunidades fueron las que enfrentamos los diferentes relatos de la Torá, a las distintas disciplinas científicas. En esta Parashá, encontramos uno de ellos: La interpretación de los sueños. El Talmud (Tratado de Brajot 56b) se encarga de darnos algunas claves para entender este tipo de fenómenos. Es en esta oportunidad que quien sueña no es Iosef (Como había ocurrido la semana pasada), sino el mismo faraón. Las siete vacas gordas que son devoradas por las siete vacas flacas, así como las siete espigas gordas devoradas también por siete espigas flacas, le quitaba el sueño al faraón. No tenía paz. No sabía qué querían significar estos sueños.

Afortunadamente, la suerte de Iosef comenzó a cambiar a partir de este momento. Nuestro personaje se encontraba en la cárcel y parecía que el mundo caía. Sin embargo, uno de sus ex compañeros de celda, que había salido a la libertad, se acordó de él. Tiempo atrás, Iosef había interpretado los sueños de su compañero y es por esa razón que cuando el faraón se veía tan perturbado, el recuerdo de Iosef y de su capacidad interpretadora, salió a la luz.

Como si fuera un modelo, Iosef es arreglado, peinado, afeitado y puesto “de punta en blanco” para presentarse ante el faraón. Y aquí es donde radica su inteligencia. Los sueños del faraón lo tenían realmente preocupado. Ninguno de los sabios podía responder a su pedido de interpretación (Bereshit 41: 1-8). La Torá presenta ahora una dualidad. Por un lado, el punto que planteábamos al comienzo: El mundo de la ciencia, el mundo de la investigación, de la academia. Por otro lado, la Torá nos deja bien en claro el marco a través del cual Iosef lleva a cabo su interpretación: “No soy yo, sino Elohim quien responderá al faraón” (Bereshit 41:16). Eso ya le da paz. El faraón sabía que “Dios estaba junto a Iosef” (Bereshit 39:3). Por lo tanto, decirle que Dios será quien le de paz al faraón, le da un cuerpo legítimo a sus palabras.

Inmediatamente al relato, Iosef da su veredicto: “Los dos sueños del faraón son la misma cosa. D’s ha anunciado al faraón lo que habrá de ocurrir. Las siete vacas gordas y las siete espigas gordas, son siete años de abundancia. Las siete vacas flacas y las siete espigas flacas, son siete años de pobreza, que harán olvidar la abundancia de los años anteriores (Bereshit 41: 25-32). Luego de exponer su interpretación, Iosef sugiere un plan de acción: Que el faraón ponga a un hombre inteligente y sabio para que maneje al país. Que sean nombrados gobernadores para recoger la quinta parte de las cosechas de todo el país, durante los siete años de abundancia. Para así, poder sobrellevar los siguientes siete años de pobreza.

Nadie puede negar, a esta altura, la inteligencia de Iosef. ¿Cuáles fueron sus claves para entender el sueño? Las palabras del faraón. El rio Nilo como la base de la economía. Las vacas y espigas flacas no cambiaban su parecer. El faraón agrega una expresión, propia de su parecer: “jamás había visto unas tan feas en Egipto” (Bereshit 41:19). La capacidad de escuchar y de brindar, palabras justas y, lo más importante, soluciones, un plan de acción. ¿Quién puede ocupar el lugar de un hombre inteligente, sino el mismo hombre que le está dando la solución a los problemas que, probablemente, pueda tener Egipto? Es posible que Egipto y toda la región, vayan a sufrir una crisis. Pero, ¿Por qué no ver esta situación como una profecía autocumplida? Permitámonos imaginar que Iosef logró sugestionar al faraón y a toda la corte. Logró que se ahorre en los siguientes siete años. Y al finalizar los mismos, la misma expectativa de pobreza, haya generado una retracción en la economía, y con ella, la crisis y la miseria que Iosef había pronosticado.

Generalmente, habíamos mencionado antes, suele plantearse el choque entre el mundo de las ideas, lo científico y académico, frente a lo llamado “religioso”. ¿Fue Dios quien realmente develó los sueños a Iosef? ¿O fue nuestro personaje quien, a través de técnicas sugestivas, intuición y rapidez mental, logró ganarse la confianza del faraón? Me permito, en esta semana, posicionarme del lado de las ideas, de la razón. Nuestros sabios plantean que Iosef era sumamente inteligente (Onkelus, Bereshit 37:3). En esta semana en nuestra Parashá, hay un triunfo del mundo de las ideas, de la academia, de lo inteligible. La razón se complementa con la espiritualidad para enseñarnos, una vez más, que en la vida hay que tratar de sumar. No sumar de a uno, sino siempre de a tres. Se triunfa cuando se suma de a tres: El mundo de las ideas, el mundo espiritual, y el ser humano uniendo a estos en su persona. Así dice el Rey Shlomó: “Uno solo puede ser vencido, pero dos podrán resistir. Pero, la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente” (Kohelet 4:12).

¡Shabat Shalom!
¡Jag Janucá Sameaj!
Rabino Pablo Gabe
Kehilá de Córdoba, Argentina

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