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Kol Nidrei, toda palabra…

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Comentario de Parashat Matot, por el seminarista Dr. Gabriel Pristzker, de la Kehilá de Córdoba, Argentina

“Habló Moshé a los jefes de las tribus de los hijos de Israel diciendo: “Esta es la cosa que ha prescripto Adonai: Un hombre, cuando formulare un voto ante Adonai, o formulare juramento para atarse a sí mismo con prohibición, no habrá de profanar su palabra; como todo lo que sale de su boca, habrá de hacer (BeMidvar 30: 2-3).

Directa, sin vueltas ni reparos. Sin preavisos ni introducciones, Matot, la Parashá de esta semana, nos interpela radicalmente confrontándonos con el (¿des?) valor de la palabra.

Lee de nuevo más arriba estimado lector: La palabra, el voto, liga, com-promete. La palabra se (y nos) profana, o se (y nos) santifica.

La palabra crea, y destruye, realidades. Los Sabios de Israel fueron más osados: de cada palabra buena que pronunciamos nace un ángel, y de cada palabra mala gestamos un demonio.

Mal-decimos y bien-decimos.

La palabra es la interface del alma con el mundo que nos rodea. ¿O el silencio lo es….?

Un día un maestro preguntó a sus discípulos lo siguiente:

– ¿Por qué la gente se grita cuando están enojados?

Los discípulos pensaron unos momentos:

– Porque perdemos la calma, dijeron.

Pero, ¿por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado?, preguntó el maestro. ¿No es posible hablarle en voz baja? ¿Por qué gritas a una persona cuando estás enojado? Los discípulos dieron algunas otras respuestas, pero ninguna de ellas satisfacía al maestro.

Finalmente, él explicó:

– Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia deben gritar, para poder escucharse. Mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia.

Luego el maestro preguntó:

– ¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran? Ellos no se gritan, sino que se hablan suavemente, ¿por qué? Porque sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña.

El maestro continuó:

– Cuando se enamoran aún más, ¿qué sucede? No hablan, sólo susurran y se vuelven aún más cerca en su amor. Finalmente, no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y eso es todo. Así es cuando están cerca dos personas que se aman.

Luego el maestro dijo:

– Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien más, porque llegará un día en que la distancia sea tan grande, que no encontrarán de nuevo el camino de regreso.

¡Shabat Shalom!
Seminarista Dr. Gabriel Pristzker
Kehilá de Córdoba, Argentina

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