Comentario de Parashat Nitzavim, por el seminarista Dr. Gabriel Pristzker, de la Kehilá de Córdoba, Argentina
En Parashat Nitzavim, encontramos el momento donde el pacto, concepto fundamental en la identidad del pueblo judío, es renovado. El anterior, donde Dios pretendía que seamos «un reino de sacerdotes y un pueblo sagrado» (Shmot 19:6), finalmente no resultó. Al respecto recordaremos, entre otros muchos, el episodio del becerro de oro.
Ahora, en Nitzavim, se le habla a todo el pueblo: «los jefes de vuestras tribus, los ancianos, los oficiales, todos los hombres de Israel, los niños, las mujeres y los extranjeros que viven entre vosotros, desde el leñador hasta el aguador» (Devarim 29: 10-11).
Este pacto continúa hasta nuestros días. Probablemente, porque es un pacto que incluye a todos. No es exclusivo de sacerdotes y santos, sino a todos y cada uno del pueblo. La inclusión de los de arriba y los de abajo, de los de derecha y de los de izquierda es necesaria para que el pacto pueda mantenerse en el tiempo (Lector: dejo a tu buen criterio llenar de contenido las expresiones «arriba», «abajo», «derecha» e «izquierda»).
Hay un texto que leí hace un tiempo en un libro del Rabino Marcelo Rittner («Antes que se me olvidé», de editorial Colibrí) que proyecta nuestra tesis:
«Cuenta la hagadá que cuando se invitó a la gente para construir las murallas del Templo, los ricos eligieron el sector este y contrataron trabajadores para hacer el trabajo. La nobleza prefirió el sector sur y mandaron a sus súbditos a construirlo. Los gobernantes escogieron el sector norte y ordenaron a sus empleados que lo levantaran. Pero todos los demas del pueblo construyeron el muro occidental con sus propias manos. Por eso permaneció…..»
¡Shabat Shalom!
Seminarista Dr. Gabriel Pristzker
Kehilá de Córdoba, Argentina
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