Comentario de Parashat Pinjas, por el rabino Marcelo Polakoff, de la Kehilá de Córdoba, Argentina
Era sábado por la noche. En la comunidad judía de Córdoba, estábamos festejando el inicio de la festividad de Shavuot, que recuerda el suceso del Monte Sinaí y la entrega de las Tablas de la Ley, algo ocurrido hace más de 3.300 años, pero con incidencia plena en la actualidad.
Mientras decenas de familias volvíamos a repasar semejante historia, en Orlando un asesino muy bien pertrechado daba rienda suelta a la violencia más cruel y les quitaba la vida a 50 personas. Homofobia, racismo, extremismo y demás sustantivos intentan explicar este fenómeno que lamentablemente no tiende a frenarse, sino todo lo contrario.
¿Hay algo que vincule estos dos hechos, más allá de la simultaneidad de lo acaecido? Me parece que sí, y mucho. Y que tiene que ver con la apropiación nefasta de la idea del todo. Ninguna tradición religiosa es inmune a los fundamentalismos, y cuando quienes ostentan el poder –por las razones que fuera– se constituyen en el epítome de la verdad, hay que salir corriendo.
Cuando los mercenarios de las religiones toman por asalto los textos y los embeben en violencia, usándolos como excusa para dominar al resto, la ley queda deshecha y la humanidad queda a merced de la barbarie.
Si la idea de lo divino se desconecta de lo vital, allí es donde deben sonar todas las alarmas. Cuando la palabra “Dios” se asocia al castigo, a la crueldad y a la opresión, hay algo que estamos leyendo mal.
¿Por qué la Torá fue entregada en el desierto? Esta pregunta, que se asoma banal, contiene una lección maravillosa. Ningún territorio con dueño tuvo el privilegio necesario como para ser la sede de este momento de revelación. Lo divino y su ley se entrelazaron con lo humano y su misterio en un pequeño monte perdido en un enorme desierto. Un lugar sin dueño, sin bandería de ningún tipo. Nada casual. Se trata de afirmar precisamente eso: que nadie puede enseñorearse del mensaje; que el que se quiere apropiar del todo ya empezó mal su camino, porque lo total es, en todo caso, patrimonio de lo divino, porque lo humano es siempre parcial.
Sucesos como el de Orlando ponen en evidencia lo extremadamente imperioso que se nos hace recordar que los mandamientos (la ley) son la garantía de la coexistencia, siempre y cuando nadie disponga de ellos a mansalva.
Hasta aquí la nota de aquel día. Hoy le agregaría, con pasmosa lástima, que el candidato a rabino de las fuerzas armadas de Israel, Eyal Karim, ha declarado públicamente que los soldados podrían violar a mujeres gentiles durante las operaciones militares. ¿Será este rabino ortodoxo un militante de Pinjás, ese violento personaje de la Torá que asesinó a una pareja haciendo justicia por mano propia? Esperemos que su candidatura no prospere, pero por las dudas les dejo el link de la noticia para que si este muchacho anda cerca, corran lo más rápido posible. Vergonzozo por donde se lo mire…
Kehilá de Córdoba, Argentina
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