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RSC: A PURO CORAZÓN

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Melina Halac es la Coordinadora del proyecto “Responsabilidad Social Comunitaria”, un espacio impulsado por el Centro Unión Israelita y Macabi Noar, en el que se busca brindar asistencia primaria en salud, contención familiar, apoyo psicológico, asuntos legales, etc., a sectores de nuestra sociedad que se encuentran en situaciones comprometidas. En un diálogo exclusivo, conversamos con ella y nos contó un poco más acerca del programa, su surgimiento, objetivos y sus sensaciones personales…

¿Cómo se originó este gran proyecto?

“El año pasado tuvimos una primera experiencia: Marcelo Polakoff me invitó, junto con otros profesionales del área de la salud, a una visita a la Parroquia de Mariano Oberlín, y la idea nos gustó mucho, entusiasmó. Después de eso, a mí me despertó la necesidad de ayudar a otros sectores diferentes a los habituales en que nos movemos, y me quedé pensando en qué se podía hacer. Armé el proyecto de RSC (Responsabilidad Social Comunitaria), lo expandí a otras profesiones que no sólo abarcaran el ámbito de la salud, y lo presenté en las mesas del Centro Unión Israelita y Macabi Noar; fue aprobado y quedé como coordinadora del espacio.”

¿Por qué tomaste la decisión de ampliar las áreas que engloba el proyecto?

“Creo que hay que dar el espacio a todos cuando se trata de ayudar; que no sea sólo destinado a un grupo de personas, como por ejemplo lo era el área de la salud. Tenemos mucho potencial en la comunidad, mucha gente que puede ayudar, y yo recibí propuestas de psicólogos, abogados, técnicos en electro-mecánica, contadores; cuando a alguien le nacen las ganas de ayudar, es porque tiene para dar, hay algo que debemos explotar, entonces decidí ampliar el ámbito. Por ejemplo, el técnico electro-mecánico propuso enseñar el oficio de armado de muebles; una persona especializada en recursos humanos sugirió enseñar y demostrar qué se espera en una entrevista laboral. Para nosotros puede resultar cotidiano, pero para mucha gente, no lo es, y por eso fue necesaria la ampliación del proyecto a diferentes áreas.”

¿Cómo fue la primera experiencia que tuvieron, con “La Botellita”?

“Fue muy buena, pudimos hacer un estudio del lugar con el que comenzamos. Ellos tienen 6 sedes, y decidimos comenzar con una, y luego ir avanzando con las demás. En el primer acercamiento, coincidimos con otras actividades que se desarrollaron en el lugar, y por eso hubo mucha gente. Queremos tener más experiencias para ver si realmente están interesados, si es el lugar adecuado al que tenemos que ir. Nosotros no tenemos como objetivo ser un dispensario móvil (como el que lleva adelante la provincia por ejemplo, yo estoy también en uno de sus proyectos), queremos aportar en lo que sea necesario: desde plantar y hacer jardines, ayudar a pintar o limpiar espacios, hasta dictar talleres o brindar asistencia.” 


¿Cuándo es la próxima actividad y cuáles son los objetivos a corto o mediano plazo?

“El 30 de abril estaremos visitando nuevamente La Botellita, esta vez enmarcados en un proyecto israelí que se llama el “Día de las buenas acciones” (que cae el 23 de abril), y nosotros iremos una semana después para sumarnos a esta campaña. En cuanto a objetivos, por ejemplo, tenemos la iniciativa de brindar talleres con temáticas específicas (ya hicimos un taller de cómo armar un curriculum, uno de búsqueda laboral, tenemos pensado hacer uno de oficios, de vacunación y cuidado personal, higiene bucal, drogadicción, entre otros); por otro lado, yo trabajo en salud pública, y conozco bien la situación de los pacientes, sobre todo aquellos que no saben adónde dirigirse en ciertos casos, y una de las metas que nos planteamos es poder ver en qué situación se encuentran las personas que visitemos para poder derivarlas a profesionales o instituciones adecuadas. En ese afán, también nos interesa generar una conciencia en estas personas acerca de la importancia que tiene el proyecto, el tiempo que estamos brindando, para que puedan retribuirlo con interés, con preocupación por su propia salud y bienestar. A nosotros nos llena el corazón poder brindar ese tiempo y conocimientos, pero también esperamos esa devolución del otro lado mediante interés, expectativa, ganas de aprender, etc.”

¿Cómo vivís este proyecto desde lo personal? ¿Qué te genera internamente?

“Estoy muy contenta, me gusta la gente que participa, somos un grupo muy heterogéneo, con pensamientos diferentes, pero con un objetivo en común, y es que todos queremos ayudar. Me gusta aprender un montón de toda la gente que se sumó, es la primera vez que encabezo un proyecto comunitario tan grande, y eso me pone muy feliz. Tener la posibilidad de orientar a grupos humanos, de ayudarlos, de indicarles adónde pueden asistir para solucionar situaciones, de otorgar palabras de aliento o de contención, es un gran y hermoso desafío.”

Por último, ¿Qué les dirías a aquellos que aún no se sumaron al proyecto, pero podrían hacerlo?

“Que están todos más que bienvenidos, que si tienen alguna propuesta, estamos abiertos a recibirlos, me gusta aprender de los demás. La idea que yo planteé es un “formato sin formatos”, o sea, todos los que tengan una idea o propuesta hacen al formato del proyecto; no tiene techo y estamos convencidos de que se puede hacer muchísimo. Yo, desde mi aporte profesional, puedo llegar sólo hasta un punto, y por eso es importante y muy bueno que se sumen profesionales de todas las áreas. Es una actividad súper gratificante.”

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