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¡Bueno pero no te enojes!

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Comentario de Parashat Shemini, por el seminarista Dr. Gabriel Pristzker, de la Kehilá de Córdoba, Argentina

Como es conocido, la grandeza de los personajes bíblicos queda demostrada, entre otras maneras, desde el momento en que el texto los muestra en calidad de seres imperfectos batallando por la perfección (que nunca será alcanzada). 

En este sentido Moshé, tanto en la Torá como en el mundo de la exégesis rabínica, es conocido como un personaje de naturaleza colérica. Dicho de otro modo: nuestro gran maestro era un tipo de «enojo fácil». 

En el Midrash Raba (Mishpatim, 30) leemos: «En tres ocasiones se encolerizó Moshé  y no supo la halajá (la ley/norma). Y son: en el tema del maná en Shabat, en el tema de los objetos metálicos y en el tema del hombre que está de duelo». Éste último episodio ocurre en la parashá de esta semana: Sheminí.

Poderoso es este midrásh que deja expuesto los trastornos que causa la cólera. En tanto pasión desenfrenada, el enojo perturba toda nuestra condición espiritual. Moshé, el experto en halajá, el Doctor en Ley Judía, olvida la enseñanza de estos precepto producto de su enfado/enfurecimiento/ irritación/cabreo/disgusto/exasperación/ira/rabia/furia y/o cólera.

Vaya una reflexión sobre todos estos sinónimos arriba mencionados, tomada del libro «Virtudes Capitales: Pirkei Avot, valores filosóficos y psicológicos de la fuentes de Israel», del Rabino Daniel Kripper: 

«Rabí Eliezer dijo: Cuida la honra de tu prójimo como la tuya propia y no te dejes llevar fácilmente por la cólera. (Tratado de  Avot 2.15.)

Las relaciones personales verdaderas se nutren y afirman con gestos solidarios y expresiones concretas de afecto. Para esto debemos tomar en cuenta el honor de nuestros semejantes como si fuera el propio, lo que nos impone un cuidado especial con las palabras que pronunciamos y con las acciones en relación a nuestro prójimo. En este sentido bien sabemos que no podemos evitar enojarnos en todas las circunstancias; pero muy distinto es esto a ser propensos siempre a la cólera. Esto es sumamente dañino para uno mismo y en las relaciones de convivencia con los demás. 

Relata una historia que un discípulo preguntó a Rabí Schmelke: “Se nos manda amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos ¿Cómo puedo hacerlo si mi prójimo me ha agraviado?” El maestro contestó: debes comprender esas palabras acertadamente. Ama a tu prójimo como algo que tu mismo eres. Pues todas las almas son una sola. Cada una es una chispa del alma original, y ésta es por entero inherente a todas las almas tal como tu alma está en todos los miembros de tu cuerpo. Puede llegar a ocurrir que tu mano cometa un error y te pegue. ¿Pero tomarías un palo y la castigarías por haber obrado sin entendimiento, y aumentarías así su dolor? Es lo mismo que si tu prójimo que es una sola alma contigo, te agravie por falta de entendimiento. Si lo castigas, sólo te hieres a ti mismo».

¡Shabat Shalom!
Seminarista Dr. Gabriel Pristzker
Kehilá de Córdoba, Argentina

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