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Construyendo caminos

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Comentario de Parashat Lej Lejá, por el rabino Pablo Gabe, de la Kehilá de Córdoba, Argentina

Construyendo caminos

En la lectura de la Torá de esta semana comenzamos a adentrarnos en los orígenes de nuestro pueblo. Aparece en la Parashá semanal, nuestro primer patriarca: Abraham. Con él, no nace ni el judaísmo ni el pueblo de Israel. Para eso falta. Abraham fue el primer hebreo. Es quien inaugura el monoteísmo y a partir de allí, se convierte en el primer patriarca, el padre de todos nosotros. Es a partir de él que identificamos en nuestro texto, los primeros indicios de nuestra milenaria tradición.

El texto empieza contándonos acerca del primer contacto entre Dios y nuestro patriarca. Su historia se inicia con un acto de renunciamiento: Dios le dice: “Vete de tu tierra, de tu casa y de la casa de tus padres, a la tierra que yo he de mostrarte” (Bereshit 12:1). Toda historia se inicia a través de una decisión. Es Abraham quien decide tomar un camino. Debe empezar a renunciar a ciertas cosas para las cuales no sabemos si estaba realmente listo. Sin embargo, cumple sin lugar a dudas la orden divina.

La pregunta que podríamos hacernos es: Una vez tomada la decisión, ¿Se habrá arrepentido Abraham de haber elegido ese camino? La Torá no se detiene en ese tipo de cuestionamientos. Los sabios, no se preguntan esos interrogantes. Nosotros nos permitimos entrar en ese mundo.

En primer lugar, ¿Qué es lo que mueve a Abraham a tomar la decisión de partir de su hogar y encaminarse hacia la tierra que Dios ha de mostrarle? Una sola palabra: Fe. La fe no implica seguridad, no nos proporciona certezas. No nos ofrece ningún tipo de garantías. Sin embargo, y por una circunstancia que aún no podemos explicar (si es que se puede llegar a explicar), la fe tiene esa energía.

Si bien distamos mucho de ser Abraham y de vivir en esa época, tenemos algo en común. Nosotros vivimos constantemente tomando decisiones. Y no siempre tenemos certeza y seguridad de las decisiones que tomamos. Elegimos diferentes caminos por los cuales transitar. En ese elegir, vamos descartando diferentes opciones en función a nuestras elecciones. De alguna manera, renunciamos a ciertas cosas. Y apuesto que muchas veces nos hemos preguntado qué habría pasado si hubiésemos elegido el otro camino.

Lamentablemente, es imposible de saberlo. Desde un punto de vista lógico, no tiene sentido cuestionar y querer saber qué habría pasado si hubiera elegido otro camino del que finalmente opté por tomar. Solo se pueden llegar a hacer ciertas conjeturas, pero de ninguna manera se puede saber a ciencia cierta qué es lo que efectivamente hubiera ocurrido.

Al elegir, estamos tomando una decisión. Estamos caminando el sendero que elegimos tomar. Estamos construyendo nuestra propia historia. Abraham, suponemos, se movía de la misma manera. Caminando, buscando su destino, con la fe de quien cree profundamente en lo que hace. Y esa fe, lejos de darle seguridad, le da tranquilidad, paz.

Lo que podemos aprender de la decisión de Abraham es no preguntarnos tanto que habría pasado, y empezar a disfrutar lo que nos sucede en función al camino por el cual elegimos transitar.

Ser responsables de las decisiones que tomamos, y aprender a disfrutar de ellas. Y en todas ellas, al igual que Abraham, sentir la presencia de Dios.

Shabat Shalom!
Rabino Pablo Gabe
Kehilá de Córdoba, Argentina

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