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De amores, intereses y capitales

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Comentario de Parashat Toldot, por el rabino Marcelo Polakoff, de la Kehilá de Córdoba, Argentina

מסכת אבות פרק ה
משנה טז
כל אהבה שהיא תלויה בדבר בטל דבר בטלה אהבה ושאינה תלויה בדבר אינה בטלה לעולם איזו היא אהבה התלויה בדבר זו אהבת אמנון ותמר ושאינה תלויה בדבר זו אהבת דוד ויהונתן:

Pirké Avot (Tratado de los Principios) 5:16

“Todo amor que depende de alguna condición, si dicha condición se anula, también el amor quedará invalidado. Pero el amor que no depende de ninguna condición, nunca se invalidará. ¿Cuál es el amor dependiente de una condición? El de Amnón y Tamar. ¿Y el que no depende de condición alguna? El de David y Ionatán.”
Bellas palabras del Talmud para captar con fineza algo de lo que se nos revela en la parashá “Toldot”, la porción de la Torá de esta semana, y -a la vez- de nosotros mismos.
El contexto es el nacimiento de los mellizos Eisav y Iaakov (o Esau y Jacob, si lo prefieren). Sus padres eran Itzjak y Rivka, quienes después de algunos años de espera se ven bendecidos con un doble embarazo.
La revolución que siente Rivka en sus entrañas preanuncia la batalla fraternal que sostendrán sus hijos, en la que sus progenitores no sólo que no estarán al margen, sino que la potenciarán en grado sumo.
La Torá no oculta los favoritismos. De hecho los muestra a diestra y siniestra cuando afirma:

בראשית פרק כה
(כח) וַיֶּאֱהַב יִצְחָק אֶת עֵשָׂו כִּי צַיִד בְּפִיו וְרִבְקָה אהֶבֶת אֶת יַעֲקב:

Génesis 28:28

“Y amaba Itzjak a Eisav porque había caza en su boca, y Rivka amaba a Iaakov.”

La verdad es que este pasuk, este versículo, es fascinante, pues en tan escasas palabras pone en evidencia aquello que susurrábamos al principio en el Tratado de los Principios.

¿Duda alguien acerca de lo interesado del amor de Itzjak por su hijo mayor? Es inequívoco: “lo amaba porque había caza en su boca”, vale decir que los manjares que disfrutaba Itzjak estaban vinculados a las cacerías que llevaba a cabo su peludo hijo Eisav. No olvidemos -de paso- el rol esencial que tendrán en esta historia tanto las características físicas como los alimentos (lo lampiño, la ceguera, el cabrito, las lentejas y demás cuestiones…).

¿Y Rivka? Pues es evidente que prefería a su hijo menor, tal vez el más desválido corporalmente, el más “casero”. Sin embargo, su amor de madre no estaba atado a ninguna condición; la Torá dice que “lo amaba” y punto. Y por si esto fuera poco, si quisiéramos hacer una traducción más literal todavía, debiéramos escribir “…y Rivka ama a Iaakov” en tiempo presente, pues así está en el hebreo original. Como si de paso se nos enseñara que el amor dependiente termina siendo de tiempo pasado (Itzjak “amaba” a Eisav), pero aquel amor que es verdadero trasciende lo temporal para ubicarse en un continuo presente, algo que quizás sea otra manera de convocar a lo eterno.

Son por lo menos curiosos los ejemplos que nos transmiten nuestros jajamim, nuestros sabios talmúdicos, para dar testimonio de sus principios.
El amor interesado lo ligan al que sintió Amnón por Tamar, dos de los hijos del rey David (de distintas madres), y que prácticamente se inició en una especie de violación puesto que Amnón estaba enloquecido por la belleza de su hermanastra. Terminada la pasión, tan efímera como la belleza, obviamente se acabó el amor.
En cambio, al amor puro e independiente lo enlazan a un vínculo de amistad, tal vez el que sea el prototipo de la amistad para la tradición judía: David y Ionatán. Es que quien debía suceder a Saúl, que había sido el primer rey de Israel, debería haber sido su hijo Ionatán, pero los planes divinos no lo incluían. Y a quien sí lo hacían era a David, su amigo del alma. Y así y todo, la amistad perduró.
Una muestra cabal de que cuando hay amor de verdad, las coronas reales importan poco, los manjares se deshacen (pero no en la boca), y padres e hijos, hermanos, amigos y parejas perciben sin mella alguna lo pobre de tantos intereses y lo maravilloso de alcanzar por fin lo capital.

Shabat Shalom!
Rabino Marcelo Polakoff
Kehilá de Córdoba, Argentina

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