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UN JAZÁN CORDOBÉS EN EL COLISEO

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Tenemos el orgullo de haber enviado a un representante al acto central de Iom Hashoá, organizado por la filial argentina de DAIA. Se trata de nuestro Jazán, Gustavo Serrano Peker, quien cerró el evento en el Teatro Coliseo de Buenos Aires. Por supuesto, estuvimos con él, y nos contó todo lo que vivió en esta experiencia única…

¿Cómo surgió la idea de tu participación en este acto tan importante?

“Recibí una inesperada llamada telefónica, en la que se presentó Victor Garelik, Director Ejecutivo de DAIA Argentina, y me comentó que se venía el acto de Iom Hashoá en Buenos Aires, y que ellos siempre convocan a una figura para participar en el cierre con el Himno de los Partizanos. Allí, lo detuve para preguntarle “¿Cómo con una figura?”, y me nombró diferentes personalidades que habían participado, y le expliqué que comprendía eso, pero con picardía le dije “¿Pero por qué yo?”. Me dijo que me conocían, que mucha gente me había escuchado en la Sinagoga de Córdoba, y que querían que haga el cierre del acto, cantando a dúo con una niña, llamada Mijal Cerwonko. La idea fue que yo haga las estrofas en Idish, y ella las que son en español. Les dije que si inmediatamente. Uno siempre tiende a crecer en la actividad que hace, y que me convocaran al acto central de Iom Hashóa en Argentina, en la capital de nuestro país, era una oportunidad maravillosa. Después le pregunté a nuestro rabino Marcelo Polakoff cómo había hecho para que me convoquen (porque la convocatoria se había iniciado a través de él), y me contó que en un congreso en el que había participado, le dijeron directamente que querían que el jazán de Córdoba cierre el acto de Iom Hashoá, había sido recomendado por Gabriel Fleisher (el jazán que también participaba en el acto, y a su vez es nieto de Leo Fisher, el histórico ex jazán de nuestra Kehilá) y tras el pase de mi número telefónico, comenzó el proceso de la convocatoria.”


¿Cuáles fueron tus impresiones o sensaciones, del acto en sí mismo?

“Cuando llegué, fue bien de pueblerino (risas). Uno llega a una organización como lo es el acto central de Buenos Aires, y me dije para mis adentros “acá me presento y voy a tener que dar todas las explicaciones para que me dejen entrar”. Imaginate, si acá en Córdoba son estrictos los chicos de bitajón, pensá cómo es en la Capital, con la cantidad de personas que se mueven allí. Cuando llegué, me preguntaron directamente a quién buscaba; les respondí que buscaba a Abel Ghelman (el artista encargado de la coordinación musical del acto) o Gabriel Fleisher. Por suerte, me reconocieron cuando les dije mi nombre, y me dejaron pasar sin problemas y entré al teatro. Tuve que resolver algunas cuestiones legales del Teatro Coliseo, como el pase y la cobertura del seguro, eso me demoró un poco, pero luego ya comenzó mi tarea durante la tarde. El teatro es muy bello, estaba recién re-inaugurado tras una restauración, así que quedó impecable. Me encontré con el Coro Polifónico Nacional, que interpretaron algunos segmentos del acto, y también con amigos del ambiente de la lírica. Una de las cuestiones que más me impresionó del evento es que toda la música se ejecutó en vivo, con una orquesta; cada segmento musical era interpretado de esa manera en el teatro, desde los Himnos Nacionales, hasta los momentos musicales propiamente dichos. Eso, sin dudas, le da una calidez muy especial al acto. Luego, fue un evento similar al que realizamos en Córdoba, con el testimonio de una sobreviviente de la Shoá, momentos discursivos y reflexiones leídas por personajes famosos del ambiente artístico o periodístico, y una presentación teatral. El cierre fue con el Shir Hapartizanim, con la participación de la juventud en representación de los sobrevivientes, quienes pidieron no subir al escenario porque se trata de personas mayores, y quisieron evitar el tema de las escaleras, y esas cuestiones. Fue un momento muy hermoso, salimos a cantar con Mijal desde las bambalinas, y sin que nadie diga nada, todos los presentes se pusieron de pie.”

¿Tuviste ensayos previos?

“Si, por supuesto. Primero tuve un ensayo con Abel Ghelman vía skype. En la noche del acto de Iom Hashoá en Córdoba, después de la actividad, me retiré de una cena que se realizó con el Ex-Presidente de Uruguay, Luis Alberto Lacalle, para realizar ese primer encuentro y ensayo virtual. Le pedí disculpas a Marcelo por tener que ausentarme durante un rato, y con la computadora del rabinato me comuniqué con Abel en Buenos Aires. El lunes del acto en Buenos Aires, me reuní con él, y también con Gabriel Fleisher, a quien había conocido años atrás en un encuentro de Jazanim. Estuvimos desde temprano, allí me reuní con Mijal, una criatura de una voz angelical que hacía un contraste muy interesante mi voz. Charlamos un rato para que ella se sienta más suelta y cómoda; momentos más tarde pudimos subir al escenario para el ensayo principal con la orquesta.”

¿Y en el momento de la participación en el acto? Sabemos que tenés muchísima experiencia en estas situaciones, pero ¿Te sigue generando nervios el ingreso al escenario?

“Yo no me pongo nervioso. Lo único que me preocupa es cumplir el rol para el que me convocaron con la impecabilidad que corresponde. En un cumpleaños con amigos, si canto y me equivoco, no pasa nada, hasta saldrán bromas al respecto; pero en un acto de Iom Hashoá, con la importancia que implica, si bien somos humanos y podemos equivocarnos, hay que minimizar los errores lo más posible. Esto es sobre todo porque yo no iba por cuenta propia, sino que estaba en representación de la comunidad de Córdoba, hablaron con Marcelo y le pidieron que cante el jazán de su Kehilá, y nuestro rabino da su “ok” por todos, no sólo por él. Para mí, esa es la responsabilidad que me preocupa cumplir como corresponde; no me pesa, no tengo adrenalina o nervios, me siento más cómodo arriba del escenario que abajo, pero la seriedad de la situación es muy importante para tenerla en cuenta y saber que yo tengo que hacer lo mejor que sé hacer.”

¿Cómo analizás tu proceso dentro de nuestra Kehilá? Quizás algunos años atrás ni te hubieras imaginado estar cerrando un acto central de Iom Hashoá…

“Hace unos años atrás, yo no sabía lo que era un “Kadish”, así que la cuestión es mucho más grande que llegar a cantar en un acto central en el Teatro Coliseo. El proceso fue de un gran crecimiento interno. Yo sin haber sido una persona practicante, siempre fui muy espiritual; los artistas en sí, solemos ser muy espirituales y nos vinculamos mucho con esos métodos ligados a la introspección y el sentirnos bien con lo que hacemos, porque si no, no lo podemos concretar. Como buenos artistas, somos complicados, lo cual no dista mucho de ser judío (risas). Desde que llegué al Centro Unión Israelita, de la mano de Marcelo nuevamente y de Gabriel Bendersky, que fue el primero que me acercó a la comunidad para realizar un apoyo en el coro, desde aquel momento hasta estar hoy cantando en el Teatro Coliseo, personalmente es mucho más que un escalón lo que he subido. Me queda mucho por aprender, voy a seguir aprendiendo todo lo que pueda, el lugar en el que estoy me llena de orgullo, ser jazán de una comunidad como la de Córdoba es realmente un lugar de preferencia y de mucho respeto, para conmigo mismo, y para con la gente. Lo que yo hago es canalizar lo que la gente está haciendo para elevarlo, si es que no lo hago al revés también; la realidad es que soy un canal de oración, y en la medida en que pueda, voy a seguir creciendo, pasito a pasito, como lo vine haciendo en estos años. ¿Si estoy contento? Es muy simple: estoy re chocho.”

Finalmente, ¿Qué mensaje te gustaría transmitir a los miembros de nuestra comunidad?

“Últimamente, en lo personal tuve cosas muy lindas por vivir, pero también algunas muy feas, me tocó sufrir golpes muy fuertes, de esos que a uno lo despiertan. Lo bueno quizás no te hace abrir tanto los ojos, como lo malo. Entonces, mi mensaje para todos es que intentemos abrir los ojos, mirar, observar, hacia todos los lugares en que podamos hacerlo, antes de que llegue lo malo. Veamos alrededor para saber qué es lo que pasa, y qué es lo que no pasa, a dónde podemos ayudar, y a dónde debemos ayudar. Y el apoyo comunitario es esencial para esto; estoy convencido de que es más fácil lograr cosas en comunidad, que de manera individual. Llegar a personas que necesitan de nosotros, a veces aunque sea con el oído nada más, desde el lado comunitario se simplifica, porque es un sistema piramidal en el que todos podemos apoyarnos.”

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