El jueves 14 de junio fue el cuarto encuentro anual de las mujeres de «Sheasani Ishá», y la invitada fue una gran conocida del grupo: la rabina Karina Finkielsztein. Dentro del ciclo «Biografías no autorizadas del Tanaj», fue una tarde para descubrir el libro de Ezra, un capítulo poco conocido de la historia del pueblo judío, pero con grandes connotaciones que tienen alcance hasta nuestros días.
Mientras tanto, en la tierra de Israel…
Paralelamente a la historia más conocida de la época (la Meguilá que se lee en Purim y relata lo que ocurre con el pueblo hebreo en Persia), la rabina Karina ubicó temporalmente a las mujeres en el año 540 A.e.C., pero se centró en aquellos integrantes del pueblo que no se quedaron en Persia y que decidieron retornar a Israel para construir su identidad (el Rey les había concedido esa opción). Allí, comenzaron los trabajos para la construcción del Segundo Templo (repletos de indicaciones respecto de los materiales y elementos que debían utilizrase), y en ese contexto aparece como personaje central Ezra, descendiente de Aaron, un escriba y dirigente de la ley, que se transformó en el primero en escribir un libro de la Torá (compila y edita los textos). Se destacó porque subió a Jerusalem, pero con una intención espiritual, y no sólo por una orden del Rey. «Ezra ascendió para comprender y enseñar la ley de Dios mediante el estudio de la Torá. Podría ser considerado como el primer rabino», explicó la invitada, y continuó: «Lo primero que hizo como líder fue enseñar una ley, porque entendió que estos eran los cimientos más necesarios, más allá de un edificio.»
En otras palabras, y en base a la explicación de Karina, Ezra fundó un judaísmo nuevo, y generó un contexto para que el judaísmo pueda desarrollarse también en la diáspora.
Así, con estos conceptos, muchas de las mujeres se vieron sorprendidas por no conocer ese momento de la historia, y algunas incluso maravilladas ante el relato preciso de cómo se presentó el rollo de la Torá ante el pueblo judío hace 2500 años, y se hizo bajo las mismas formas que se mantienen hasta el día de hoy.
Nuevamente, fue una hermosa tarde compartida en grupo (¡ni el frío las detuvo!), y ubicadas en ronda en el Beit Midrash Ierushalaim, todas pudieron ver sus rostros de satisfacción ante una gran clase brindada por Karina.
¡Kol Hakavod, «Sheasanis»!
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