Comentario de Parashat Nasó, por el seminarista Dr. Gabriel Pristzker, de la Kehilá de Córdoba, Argentina
Los judíos sostenemos algunas ideas raras y hacemos algunas cosas extrañas. Tenemos 4 años nuevos. Raro. Una noche al año (en Shavuot, hace apenas unos días atrás) pasamos de largo hasta el amanecer estudiando. Extraño. No contamos las vueltas de los tefilín sobre el brazo de manera normal ni contamos a la gente para el minián de manera normal, lo hacemos a través del uso de versículos que se corresponden con la cantidad de esos elementos: 7 para el caso de los tefilín y 10 para el caso del minian (?!).
Hablando de contar, la semana pasada comenzamos la lectura de un nuevo libro de la Torá, Bemidvar, que lleva por nombre también “Jumash HaPekudim”, el Libro de los Números. Leímos allí acerca de dos conteos o censos al Pueblo de Israel.
En el devenir del desarrollo de las ideas judías, Dios se opondrá al uso de los censos (antes permitidos como vemos) ¿Por qué? Alguien me enseñó: Quizás porque las personas no son bienes que puedan ser contados, numerados y/o poseídos. Una mujer no “tiene” 4 hijos, es la madre de 4 individuos cada uno con sus características propias. No “tengo” 25 alumnos, no “tengo» 36 janijim, soy el educador de personas que tienen, cada una de ellas, expectativas diferentes. Un odontólogo no “tiene un canino” o un médico no tiene un “hígado” para operar: soy el profesional de la salud de un ser humano con una historia de vida única, que confió en mi y que esta angustiado por el dolor o la enfermedad que padece.
En la parashá de esta semana, entre otros, se describe las donaciones que hicieran todas las tribus de Israel a los efectos de contribuir a la inauguración del Mishkán, el primer lugar comunitario de servicio a Dios de Am Israel. Uno por uno la Torá menciona el nombre de cada príncipe (Nasí) de cada tribu y uno por uno son descriptos, al mínimo detalle, los aportes que fueron traídos por estos dignatarios. Curiosamente, si repasamos estos párrafos, notaremos que todas estas donaciones fueron exactamente iguales. De la primera a la última tribu fueron aportados la misma cantidad de animales, metales preciosos y objetos rituales. Siendo así , la Torá podría haber «ahorrado» texto y contarnos una sola vez que todas las tribus donaron una mismo aporte. No parece ser necesario repetir 12 veces el detalle de lo aportado. Mas no fue así. El texto parece esmerarse y mostrarnos la importancia de cada esfuerzo, de cada iniciativa particular de contribución, de cada compromiso individual asumido.
En nuestra sociedad de masas, donde los números parecen importar más que las personas, nuestra parashá y el judaísmo en general (siempre como una contracultura) nos recuerdan que los seres humanos no se numeran…… NO se suman ni se restan. NO se poseen……. NO se ganan….. ni se pierden. Recuerdo y comparto, al respecto y para finalizar, una de las primeras y poderosas ideas que aprendiera en el Seminario de mi, por aquel entonces, moré de pensamiento judío, el Dr. Daniel Fainstein: «Toda persona que nace en este mundo representa algo nuevo, algo que nunca existió antes, algo original, único e irrepetible». Vos, estimado lector, también lo sos.
¡Con los deseos de un Shabat en Shalom y con brajá!
Seminarista Dr. Gabriel Pristzker
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