Comentario de Pesaj, por el seminarista Dr. Gabriel Pristzker, de la Kehilá de Córdoba, Argentina
La séptima Aliá del séptimo día de Pesaj es conocida como «Shirat HaIám», el «Cántico del Mar» y respecto de ella dicen nuestros sabios: «Desde que el Santo Bendito Creó el mundo y hasta el día en que Israel estuvo en el mar, ningún hombre había entonado canto alguno al Santo Bendito a excepción de Israel.
No lo hizo el primer hombre cuando fue creado, no lo hizo Abraham cuando fue salvado del horno ardiente y de los reyes, no lo hizo Itzjak cuando fue salvado de ser sacrificado, no lo hizo Iaakov cuando fue salvado del ángel de Esav. Sin embargo, ni bien lo Hijos de Israel llegaron al mar y su aguas fueron partidas, comenzaron a cantar y Dios respondió: estaba esperando que esto ocurra» (Shemot Raba, 23, 4).
Cantar, decir tefilá o elevar una plegaria, tiene que ver con el alma expresándose. Sea para expresar un pedido, la más común de las formas de la plegaria, sea para expresar gratitud (a mi criterio la más hermosa de las formas de la plegaria) o sea para alabar a Dios, la plegaria es inherente a la constitución espiritual de cada ser humano. Considerada por muchos un acto reflexivo, en lo personal la plegaria tiene más que ver con el mundo de las emociones, aunque por supuesto dichas esferas no son excluyentes sino que podrían ser, más bien, complementarias y agregando valor la una a la otra.
Por otra parte y en el caso particular de Am Israel la plegaria, y nuevamente a mi gusto personal, debiese ser en hebreo y, aunque muchos aún no entiendan nuestra lengua sagrada, es la lengua que expresa el sentir nacional, religioso y existencial del pueblo judío y, aunque muchas veces no sepas qué es lo que estás diciendo en hebreo seguramente tu alma y/o tu corazón saben lo que querés decir, razón por la cual, insisto, la plegaria debiese ser exclusivamente en ivrit.
Otro factor importante en la plegaria es la participación de la congregación. Una y otra vez nuestros sabios talmúdicos destacan la importancia de la plegaria individual, pero mencionan la belleza y la trascendencia de la tefilá colectiva. De ninguna manera me opongo (más bien todo lo contrario) al uso de instrumentos, sean ellos acústicos o eléctricos en el desarrollo de la Tfila , pero la experiencia me ha indicado que a más instrumentos y a más micrófonos menos voces humanas participan y, si prestamos atención a la idea central del midrash con el que iniciamos estas líneas, el anhelo divino es respecto de la voz humana que no es otra cosa que la neshamá, el alma, expresándose a través del uso de las cuerdas vocales de cada individuo.
Estimados lectores: Estas son las líneas conceptuales que enmarcarán la tefilá en el Beit Midrash de la Escuela, en la que trataremos congregacionalmente de crear y re-crear una tefilá participativa, espiritual y pletórica de energía y significado. Una tefilá que permita a nuestras almas expresar todo lo que deseamos y, fundamentalmente, una tefilá que responda a ese anhelo divino de escuchar los cánticos y las voces de nosotros, Sus criaturas, creadas por El a imagen y semejanza en el sentido de ser seres con el potencial de elevarse desde lo terrenal y profano hacia a lo Sagrado y Misterioso.
¡Con el deseo de Shabat Shalom y Jag Sameaj!
Seminarista Dr. Gabriel Pristzker
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