Comentario de Parashat Ekev, por el rabino Pablo Gabe, de la Kehilá de Córdoba, Argentina
Propongo que hoy, en ese espacio, lo dediquemos a cuestiones prácticas, concretas. Costumbres que llevamos a cabo y que desconocemos la razón de las mismas. No siempre tenemos que reflexionar profundamente. Hay oportunidades en las que también podemos dedicarnos a estudiar más de lo cotidiano.
Existen diferentes tradiciones que desconocemos cuál es su origen. Sin embargo, muchas de ellas se encuentran en nuestra misma Torá. En la cena de Shabat, cuando realizamos las diferentes Brajot, lo hacemos de un orden especial. Luego de entonar el Shalom Aleijem, la canción en la cual damos la bienvenida y saludamos a los ángeles que nos acompañaron desde la sinagoga hasta nuestra casa, elevamos la copa y entonamos el Kidush. A diferencia de lo que mucha gente suele sostener, el Kidush no es la bendición del vino sino la bendición a Dios a través del vino. En la tradición judía, las bendiciones son para el creador, a través de diferentes situaciones y objetos de los cuales disfrutamos. Luego de recitar el Kidush, acostumbramos a entonar el Eshet Jail, un fragmento del libro de Mishlei (Proverbios, cuya autoría está adjudicada al Rey Shlomó). Este himno es una alabanza a la mujer y a su esfuerzo por dedicarse a la preparación del espíritu de Shabat. Una vez finalizado, nos lavamos las manos a través de Netilat iadaim (Vertemos 3 chorros de agua en cada una de las manos y pronunciamos la bendición). Inmediatamente, sin interrupción, pronunciamos la bendición de Hamotzí (pan). Una vez completado este circuito, estamos ya aptos para poder comer.
¿De dónde es que viene este orden? ¿Por qué de esta forma?
En la Parashá de esta semana encontramos un fragmento muy especial. En él, Ad’ le habla al pueblo de Israel acerca de las bondades de la tierra. Cuáles son las características que tiene la tierra prometida. Así dice el texto: “Es una tierra donde hay trigo, cebada, viñedos, higueras, granados, olivos y miel. En ese país no tendrán que preocuparse por la falta de alimentos ni por ninguna otra cosa; en sus piedras encontraréis hierro y de sus montes sacaréis cobre. Y comerás y te saciarás y bendecirás a Ad’ tu Dios” (Devarim 8: 8-10). Si observamos con detenimiento, encontramos cierto orden en los frutos o los productos de la tierra de Israel. “Trigo, cebada, viñedos”, etc. A partir de este orden nada aleatorio, la Halajá establece que en el orden de hacer las diferentes bendiciones, primero debemos hacer la del pan y luego la del vino (de acuerdo a lo que aparece en la Torá). La pregunta entonces es, ¿por qué razón, el orden que mencionábamos anteriormente con relación a la cena de Shabat, es inverso? ¿Por qué primero el vino y luego el pan?
Antiguamente, el vino era una bebida que solo se bebía en momentos importantes. No era algo cotidiano. Shabat y las festividades eran (y siguen siendo) uno de esos momentos importantes. Por lo tanto, se hizo tradición que para honrar a los días destacados, el vino aparezca como valor agregado a ese día en especial. En este sentido, el vino caracteriza a la cena de Shabat y debe anteceder a la bendición e ingesta de pan. Sin embargo, cubrimos las Jalot. Las mismas se encuentran tapadas para no “deshonrarlas”.
De esta manera, vemos que las diferentes tradiciones tienen un anclaje en la Torá, aunque nos resulte sumamente extraño. Son muchas las cosas que de ella vienen.
¡Shabat Shalom!
Rabino Pablo Gabe
Kehilá de Córdoba, Argentina
No hay comentarios