Como ya les contamos en las últimas semanas, estamos encarando un gran proyecto comunitario: la creación del “Archivo histórico de la Kehilá de Córdoba”. La convocatoria para sumarse es abierta, cualquier aporte puede resultar útil para concretar este sueño. La persona encargada de llevar adelante este trabajo es Paola Seminara Feldman, historiadora, quien también fue la autora del libro “100 años de Kehilá. Un legado de vida comunitaria”, aquel que editamos cuando festejamos el Centenario del Centro Unión Israelita, en 2015. Conversamos con Paola para conocer un poco más acerca del archivo, que ya está en proceso de producción…
¿Cómo surgió el proyecto del «Archivo histórico de la comunidad judía de Córdoba»?
“Hace muchos años que, a través del trabajo de investigación histórica de la Comunidad, se observaba que las condiciones en que estaban los documentos eran deplorables, y muy mal preservados. A partir de retomar la investigación por el tema del libro de los 100 años y de conversar con el Presidente del Centro Unión Israelita, Cdor. Hugo Waitman acerca del estado en que la memoria comunitaria se encontraba, Hugo y la Comisión Directiva, decidieron rescatar el archivo, que en ese entonces era una acumulación de papeles y de cosas tiradas. Un archivo histórico tiene como tarea organizar, describir, administrar y conservar a perpetuidad los documentos después de haber concluido su vida semi-activa.”
¿En qué consiste específicamente la idea desde lo práctico?
“La primera tarea fue observar qué material era importante preservar para el futuro, de allí devino entonces una tarea de clasificación, separación entre lo que es histórico y lo que pertenece a la administración, y cuyo valor es de tipo legal por la vigencia de la documentación. A posterior, hubo que reconocer cuáles eran las fuentes documentales, el Centro Unión es una sede fundamental del judaísmo de Córdoba, y aquellas instituciones, aunque no sean ashkenazí, en su momento de cierre, donaron el material al CUI. El CUI lo guardó, pero estaba desordenado. Entonces fue necesario saber a qué instituciones pertenecían. De tal modo que encontramos actas y libros contables de las Cajas de Ahorro, instituciones anteriores a la fundación del banco, que luego se fusionaron y dieron origen al Banco Israelita de Córdoba. Estamos hablando de libros del año 1925. Hay material que pertenece a la escuela, legajos de alumnos y de personal que se creía perdido cuando fue la mudanza de la sede de Alvear hacia Colón, y que ahora sabemos que está. Además, encontré Sidurim de los primeros inmigrantes cuya publicación data de 1860. Fotos, objetos que pertenecían al viejo museo que hubo en la comunidad y que son reliquias. Cartas del CUI, actas de asambleas cuando se presentaban varias listas para conformar la comisión directiva, propaganda de actividades del CUI, y diversos objetos, como máquinas de escribir con el teclado en hebreo, entre otros.”
¿Cómo se almacena el material, y de qué manera es trabajado?
“Una vez seleccionado el material, se almacena de manera ordenada, temáticamente, y por el principio de procedencia y el de respeto al orden original. El archivo Histórico Nacional tiene reglas y normativas acerca de cómo se debe guardar la documentación. En términos generales, éste dispone que los documentos de un fondo deben mantenerse, a lo largo de su vida, en el orden otorgado por su entidad de origen, o sea, clasificados de acuerdo con las acciones desarrolladas por la entidad o a sus propias estructuras administrativas. Lo que se hizo en el archivo de la comunidad es, concretamente, respetar las normas archivísticas. Pero para ello, primero hubo que hacer una obra de reparación en el espacio donde estaban las cosas, y que es el lugar destinado al archivo en el subsuelo, porque había humedad, por lo tanto, fue necesario repararlo para dejarlo en condiciones ambientales con algunas normas de ventilación necesarias que deben tener los archivos, de luminosidad y aireación, para que sea un lugar apto para preservar la memoria colectiva de la comunidad. En cuanto a cómo es trabajado, seguramente habrán observado que parecemos “personal médico”, porque usamos barbijos, guantes, guardapolvo. Se trabaja con mucho cuidado.”
¿Con qué se va a encontrar nuestra comunidad cuando pueda acceder a este gran archivo?
“La idea es mantener inalterable la integridad documental de cuantas obras inmortalicen a la Kehilá. Son documentos y objetos que honran a las instituciones por ser testimonios de conducta y progreso y, por lo tanto, deben estar disponibles ante las necesidades de su estudio para el bien de la propia Historia. La Kehila va a poder acceder a la historia, pero también tengo entendido que la Comisión Directiva realizará una muestra museológica.”
Te encargaste de realizar el libro por los 100 años de la Kehilá, ¿Es una base fuerte para este archivo?
“Sí, claro. Una vez terminada la tarea del archivo, adquiere valor útil para la investigación histórica, científica, social, etc. (evidencial e informativo), constituyen la memoria histórica de su institución productora.”
¿Por qué considerás que es importante la creación de un archivo como este?
“La humanidad ha podido construirse gracias a las salvaguardas de la información en disímiles soportes a través del tiempo. El Archivo de la Kehilá es fuente primaria de conocimiento del pasado, que deja ver el desarrollo de la institución, y de otras que ya no están, pero desde un aspecto retrospectivo, es decir, histórico, cultural. La conservación de los documentos familiares junto con los archivos, nos permiten transmitir los testimonios de esa historia que se ha desarrollado con los años. Es respeto hacia los miembros de la comunidad que ya no están físicamente, y que dejaron objetos o lugares que contienen un valor histórico plasmados en los documentos, para que el día de mañana estos puedan ser consultados por nuevas generaciones.”
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