Basados en el versículo «…comerás, te saciarás y bendecirás…» (Deuteronomio 8:10) sostenemos que el kashrut en el judaísmo es una dieta para el alma. Y así es como incorporamos este cúmulo de preceptos en nuestro Brit Kehilá, el Pacto Comunitario: “como familias nos comprometemos a considerar la incorporación paulatina de esta mitzvá y como Centro Unión Israelita nos comprometemos a facilitar el acceso a los alimentos kasher”.
En este sentido, desde el año 2002 que la sede comunitaria de Alvear cuida esta práctica alimentaria, y en el 2005 también se sumó nuestra escuela con la inauguración de nuevas instalaciones de comedor y cocina kasher.
Asimismo desde el año 2012, y con la capacitación especial de tres “shojatim” (matarifes) comenzamos a realizar la “shejitá” (la matanza ritual) de aves -hasta el momento-, por lo que nuestra comunidad se ha convertido en la primera kehilá masortí (conservadora) del planeta que cuenta con su propia shejitá. Aspiramos a ampliar este proyecto a mediano plazo para incluir también carne de vaca.
Algunas reflexiones en torno al tema
KASHRUT-UN LLAMADO A LA SANTIDAD
JAIM DONIN
La única alusión o indicio que proporciona el texto bíblico por sí mismo en lo referente a las razones de todas estas regulaciones es la de que en casi todas las instancias donde la Torá se refiere a las leyes de comida, encontramos un llamado a la santidad. En Levítico, Capítulo 11 por ejemplo, al final de la sección que se dedica a especificar lo que se puede y lo que no se puede comer, el capítulo concluye con el llamado: «Porque yo soy el Señor, vuestro Dios; vosotros os santificaréis y seréis santos, porque Yo soy santo» (Levítico 11:44). En otro lugar dice: «Vosotros sois un pueblo consagrado al Señor, tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre» (Deuteronomio 14:21); o «Me seréis varones santos. No comeréis la carne despedazada (por fieras) en el campo; se la echaréis a los perros» (Exodo 22:30). La última directiva es, en la práctica, parte de la sección que trata de los actos de justicia y de virtud, que tienen también el propósito de la santidad de la gente(…)
Distinguir: «entre los animales que se pueden comer y los animales que no se pueden comer» (Levítico 11:47), es uno de los aspectos más amplios de las exigencias de que Israel aprenda a «distinguir entre lo puro y lo impuro» (ibid.), no sólo en la comida sino en todos los aspectos de la vida: sexual, moral, ética, espiritual. Las leyes de kashrut no están aisladas de los propósitos y fines, de las disciplinas y las exigencias que son parte del cuadro total del judaísmo(…)
LA MESA-UN ALTAR
JAIM DONIN
La mesa sobre la cual se sirve la comida está identificada en el pensamiento judío tradicional con el altar del Templo. «Cuando el Templo existía, los sacrificios aseguraban la expiación para el individuo; ahora lo hace su mesa» (Jaguigá 27a) -esa fue la manera como lo explicó un sabio del Talmud. (Esta identificación simbólica explica la costumbre difundida entrre los judíos, de no sentarse sobre una mesa; explica también la costumbre de algunos de echar sal sobre el primer pedazo de pan que come -de la misma manera que se exigía en los sacrificios antiguos; o de sacar todos los cuchillos de la mesa antes de recitar la acción de gracias porque cuchillos y espadas -símbolos de guerra y violencia- están prohibidos sobre el altar, que es símbolo de paz; inclusive, otra de las razones que explican la ablución ritual de las manos antes de la comida – que se efectúa no sólo por razones de limpieza sino que también simboliza la pureza ritual exigida a los sacerdotes cuando oficiaban ante el altar. Aún durante la hora de comida se nos instruye a elevar el nivel de la conversación, como corresponde al simbolismo sagrado de la mesa. «Tres personas que comen juntas y no intercambian palabras sobre la Torá, es como si hubieran comido ofrendas paganas… pero si tres personas sentadas a una mesa, comieron y hablaron algunas palabras de la Torá, es como si hubieran comido en la mesa del Señor» (Avot 2:4). La bircat hamazón, la acción de gracias después de la comida, es de hecho la satisfacción mímima de ésa exigencia. Pero la imágen es siempre en términos de altar; y el mismo hecho de comer es una forma de ofrenda a Dios, en la que se recitan plegarias apropiadas antes de la comida. En razón de que la mesa es santificada por medio de bendiciones y plegarias que se pronuncian alrededor de ella y por lo que ocurre en ella, se enseña al judío que, inclusive cuando se sienta a comer, debe tener conciencia de su Señor y servirle con fidelidad. De la misma manera que estaba prohibido llevar a ciertos animales al altar de Dios, está prohibido hacerlo sobre la mesa. Las leyes de la kashrut constituyen otro elemento de cómo el judaísmo insiste en que «en todos tus caminos piensa en Él» (Proverbios 3:6).
ENTRE LO SAGRADO Y LO PROFANO
MARTIN BUBER
El judaísmo nos enseña a salvar el abismo que separa lo sagrado de lo profano, y ése abismo forma parte de los fundamentos de todas las religiones. En todos los casos lo sagrado es siempre excluído, apartado de la totalidad de los objetos, de aquellos bienes y actos que pertenecen a lo universal, y lo sagrado constituye, entonces, un ámbito cerrado, fuera del cual lo profano debe levantar sus tiendas. Dos son las consecuencias de esta escisión en la historia del hombre. Se otorga a la religión un territorio seguro, intocable, de una integridad siempre garantizada…, pero no se otorga a lo sagrado un poder equivalente en los restantes aspectos de la vida… En el judaísmo… basta observar cuántas acciones cotidianas comienzan con una bendición para percatarse de qué modo la santidad empapa todo aquello que en sí es profano. No sólo bendecimos a Dios cada mañana al despertarnos porque nos ha permitido despertar, también bendecimos Su nombre cuando nos mudamos a una casa nueva, cuando usamos una herramienta o un vestido nuevo, porque nos ha concedido la gracia de vivir hasta ese momento. Así, el simple hecho de nuestra existencia terrenal es santificado en toda ocasión y por lo tanto también la ocasión misma… La separación de los dominios es sólo provisoria… En el mundo Mesiánico todo será sagrado… Lo profano es considerado como un estado preliminar de lo sagrado; es lo aún no santificado. El destino de la vida humana es el de ser santificada en su forma natural. «¡Dios mora allí donde el hombre le permite penetrar!» Y la santidad del hombre consiste precisamente en «permitirle penetrar». Básicamente, lo sagrado es en nuestro mundo aquello que está abierto a Dios, y lo profano es aquello que permanece inaccesible a El; santificar es, pues, abrirse a Dios, permitir Su acceso…
¿PORQUE KASHRUT EN EL SIGLO XX ?
JAIM DONIN
Antes de pasar a este estudio, permítasenos dejar de lado, la concepción errónea muy difundida de que las leyes de kashrut constituyen medidas antiguas para proteger la salud. Esta idea pudo haber recibido cuerpo por la traducción de los términos «puro» e «impuro» que se han utilizado para describir a los animales que se pueden comer o no. Para el lector que lee la Torá traducida, las palabras «puro» e «impuro» se entienden generalmente en términos de limpieza o impureza físicas y de allí se llega precipitadamente a la conclusión de que todo es sólo cuestión de higiene. El hecho de que el cerdo, un animal doméstico que es utilizado como alimento común y al que los judíos profesan una aversión especial es un animal que tradicionalmente es descrito como revolcándose en la suciedad y al que relaciona con la enfermedad de la triquinosis, sólo acentúa esa errónea concepción. La aversión especial que el judío siente hacia el cerdo es más bien el resultado de algunos factores históricos, porque muchos de los opresores intentaron a menudo hacer que este animal no kasher fuera comido por los judíos como medio de hacerles negar su fe -y nuestra historia está llena de mártires que sufrieron la muerte por resistirlo. La simple higiene no alcanza para explicar la prohibición de comer carne de camello, caballo o liebre (que son consumidos diariamente en muchas partes del mundo), y que no son más ni menos sucios que la vaca o la cabra. La Torá permite comer aves de corral (gallinas, etc) que no tienen tampoco gran reputación de limpieza. De hecho, las palabras hebreas para designar a los animales como puro e impuro son «tahor» y «tamé». Estos términos nunca fueron utilizados para describir limpieza o suciedad física, sino para describir un estado de existencia espiritual o moral. El término «tamé» se utiliza solamente en relación a las deficiencias morales o religiosas que contaminan el alma y el carácter del hombre, particularmente el incesto y la idolatría que caracterizan la ausencia de pureza ritual. A menudo se traduce como «contaminación». Los animales designados como tamé no sólo fueron prohibidos como alimento, sino también para propósitos de sacrificio. Las palabras tamé y tahor deben entenderse por lo tanto como pureza e impureza en un sentido ritual-espiritual (…)
Aún cuando algunas partes del código de la kashrut tratan de enfermedades y daños a los órganos que transforman al animal en trefá por razones que son evidentemente higiénicas o relacionadas con la salud, y aunque los judíos nunca pusieron en duda el contenido higiénico de las leyes dietéticas (los mandamientos del Señor no pueden ser sino beneficiosos para el hombre en todos los aspectos, tanto físicos como espirituales), las consideraciones higiénicas o de salud no fueron tomadas como el primer objetivo de la kashrut. Más aún, la limitación de los animales que pueden ser consumidos, las exigencias de matanza ritual, la eliminación de la sangre del cuerpo, la no-cocción de carne y leche conjuntamente -estos y otros ejemplos no soportan la validez de la teoría de las «antiguas medidas de salubridad».
Pero eso no explica en forma suficiente por qué algunas cosas fueron prohibidas y otras no. ¿Fue solamente un capricho Divino, o se hubieran logrado los mismos efectos disciplinarios y espirituales si lo prohibido hubiera sido permitido, y si lo permitido, prohibido? Los eruditos de la Torá observan también un significado especial en las regulaciones específicas. Mientras algunos vieron beneficios prácticos para la salud, otros atribuyeron a las regulaciones específicas solamente razones morales más elevadas, acentuando que el objetivo de la santidad estaba también implícito en lo específico. Estos últimos consideran la prohibición de beber sangre, de comer carne y leche juntas, como una manera de alejar al judío del derramamiento de sangre y de la insensibilidad a los sentimientos de otra criatura viviente. ¿Cómo explicar de otra manera la prohibición de no matar a un animal y su cría en un mismo día (Levítico 22:28)? De igual manera, la inculcación de valores más refinados fue considerada la base para la prohibición de comer «cosas que reptan o se arrastran». El Dr. Samuel Belkin, en su ensayo «La Filosofía del Propósito» escribe que, «la filosofía religiosa del propósito enseña que ciertas comidas no están prohibidas primariamente por razones de salud o de higiene (aunque éstas pueden ser un resultado beneficioso de su observancia), sino por una razón moral superior». Las «comidas impuras bloquean el alma, impidiendo sus virtudes morales y espirituales», está escrito en el comentario de Sforno sobre la Torá (Sforno sobre Levítico 11:2).
A menudo se escucha el comentario de los críticos de la kashrut que dicen «lo que cuenta no es lo que entra por la boca, sino lo que sale de ella». Me apresuro a agregar que lo que sale puede muy bien estar determinado, en última instancia, por lo que entra. Puede ser que en definitiva, la comida que la gente ingiere -o quizás sea aún más importante la que se abstiene de ingerir- tenga influencia sobre el carácter de un pueblo, sobre algunos de sus valores y su sensibilidad ético-moral(…)
Cuatro enfoques diferentes en un solo Kashrut
Rabino Eliahu Birnbaum
La Torá presenta en Parashat Sheminí y en otras parashot la obligación de comer animales puros y la prohibición de comer impuros, pero da únicamente una breve razón a estas leyes: «No impurificaréis vuestras almas… Por cuanto Yo soy el Eterno, vuestro Dios, vosotros os santificaréis, pues Yo soy santo…» La Torá generalmente no explica los motivos de los preceptos específicos, sino que presenta una visión del sistema general de los preceptos enfocados a profundizar los conceptos de santidad y justicia. A lo largo de las generaciones, se fueron acumulando interpretaciones que tienen como objetivo buscar el significado de los preceptos. Cada generación aportó su enfoque acorde con las corrientes filosóficas y culturales que existían en cada época(…)
Es posible reflexionar sobre el precepto de kashrut en torno a diversas corrientes del pensamiento judío. Moralistas, simbolistas y místicos presentan sus conceptos sobre este tema que, más que otros temas en el judaísmo, se tornó en uno de los pilares de la vida práctica y filosófica de nuestra tradición.
En el Bereshit (Génesis) de la Torá leemos que en un principio el hombre fue vegetariano. Dios le permitió comer de los árboles del Jardín del Edén pero no de sus animales. Recién después del diluvio, al salir Nóaj junto a todos los animales del arca, Dios le permitió al hombre comer carne animal. El consumo de carne animal fue admitido bajo ciertos requisitos que tienen como fin lograr la compasión del ser humano hacia ellos.
Una primera aproximación al significado de este precepto, alega que la Torá se preocupa por la existencia física y espiritual del ser humano. Las normas de kashrut permiten al hombre cuidar su salud, consumiendo sólo alimentos que no afecten su equilibrio corporal.
Existe una gran oposición a la explicación antes mencionada. Las mitzvot no son un mero servicio que Dios le presta al hombre, a su cuerpo y aún a su espíritu, sino un medio a través del cual el hombre realiza su misión(…)
Para la comunidad, las normas diarias de la comida judía constituyen un vínculo y un recordatorio de su identidad nacional. Las leyes de kashrut, más que otros preceptos, son instrumentos sociales cuya finalidad es mantener viva la nación judía, y un instrumento psicológico para preservar la identidad de sus individuos.
Otra corriente considera como finalidad de las mitzvot el perfeccionamiento humano. Aquí también son las mitzvót un medio, una especie de medicina espiritual que el hombre necesita para lograr su sanidad espiritual e integridad moral. Las leyes de kashrut y, en general, las mitzvót constituyen un medio de educación. No se trata sólo de principios filosóficos, sino de tradiciones y actos que niños y adultos pueden asimilar.
Los tres instintos naturales más poderosos en el ser humano son los impulsos por alimento, sexo y poder. El judaísmo no se propone destruir estos impulsos, sino controlarlos y santificarlos. Los preceptos son los que logran transformar estos instintos en impulsos positivos en la vida del ser humano. La Torá no exige la extirpación del instinto, sino algo más difícil: que el hombre domine su instinto y no que el instinto domine al hombre. Las normas de alimentación según las leyes de kashrut indican al hombre cómo controlar sus impulsos y elevarlos a un nivel de integridad y moralidad.
A continuación de la visión educativa, es posible presentar una visión ética de las leyes de kashrut. Uno de los valores fundamentales que la Torá trata de inculcar en el ser humano es la sensibilidad ante el sufrimiento. El sufrimiento no tiene reglas ni límites. Cualquier tipo de sufrimiento debe despertar la sensibilidad del ser humano. Es así que la Torá exige al hombre que tenga sensibilidad hacia la vida animal y su posible sufrimiento. Las leyes de kashrut, especialmente aquellas que están dirigidas a la «shejitá» (matanza ritual de los animales) nos enseñan que cuando se quita la vida a otra criatura viviente, se debe hacer del modo más humanitario y compasivo posible.
El judío que observa las leyes del kashrut sabe que el único método por el cual se puede matar a los animales destinados al consumo es el método de la shejitá. En realidad, la preocupación por los animales tiene una doble intención. La Torá no sólo se preocupa por la vida o la forma de muerte del animal sino por el propio ser humano.
Para la interpretación mística, las leyes del kashrut tienen una influencia más profunda que su influencia ética o moral. Su principal importancia radica más en su efecto sobre el universo y sobre la personalidad del hombre. La Torá expresa claramente que el consumo de animales impuros ejerce una influencia nociva sobre la personalidad espiritual del hombre.
Los animales cuya asimilación no se encuentra bajo las normas dietéticas de la Torá son concebidos como aquellos que tienen un efecto directo sobre el carácter moral del ser humano.
A pesar de la dificultad que presenta esta explicación ante un hombre acostumbrado al pensamiento filosófico moderno, debemos señalar que este problema se encuentra dentro de los marcos del antiguo misterio existente entre la acción de la materia sobre el espíritu y viceversa.
Este problema ha sido motivo de inquietudes intelectuales desde Aristóteles y Platón hasta nuestros días. La teoría de la interacción psicosomática supone una existencia paralela del cuerpo y del alma que actúan mutua y recíprocamente el uno sobre el otro. El consumo de alimentos basados en las reglas de kashrut influyen positivamente sobre el espíritu del hombre y aquellos que no cumplen con estos requisitos perturban su integridad moral y espiritual.
Las leyes del kashrut y la necesidad de encontrar una explicación suficientemente convincente para ellas, nos hacen formular preguntas e inquietudes que brindan a este precepto una cualidad provocadora, la cual, a su vez, despierta en nosotros preguntas, inquietudes e interpretaciones que alimentan y profundizan nuestra vida religiosa.
KASHRUT, HUMANISMO Y SENSIBILIDAD MORAL
Dennis Prager – Joseph Telushkin
LA SIGNIFICACION ETICA DE LA COMIDA: LA UTOPIA VEGETARIANA.
El crecimiento del ideal del Kashrut es evidente en la Torá. Idealmente, de acuerdo con el judaísmo, debemos ser vegetarianos. En el jardín del Edén, una representación bíblica de la Utopía, el hombre no debía matar ningún animal sino comer solamente frutos y vegetales del Jardín (Bereshit, 1:27-9). Después de dejar la Utopía, sin embargo, el hombre primitivo cazó y lo hizo sin consideración por el sufrimiento de los animales. En consecuencia, tanto por el bien de los animales como por el desarrollo ético de la humanidad, pronto se establecieron leyes para regular el comer animales. Primero, se prohibió a los hombres comer parte de un animal vivo, una ordenanza tan antigua y universal que es una de las siete leyes que el judaísmo obliga a cumplir a todos los hombres y mujeres de todas las naciones. Luego, la Torá prohibió comer la sangre de un animal «porque la vida (o el alma) de una criatura viva está en su sangre» (véase Vaikrá, 3:17, 7:26, 17:´10-14; Dvarím,
2:15-16 y 12:23-25). El propósito de ésta antigua ley era inducir repulsión al derramamiento de sangre, y parece que hay en verdad una correlación directa entre la prohibición de la Torá de beber sangre y la incidencia extremadamente baja de homicidios entre los judíos.
KASHRUT EN LA VIDA COTIDIANA
HERMAN WOUK
¿POR QUE PREOCUPARSE?
Kashrut y el heroísmo de la vida diaria
Es indudable que hoy en día se requiere un esfuerzo por parte del que desee seguir el régimen hebreo y no se recluya en su casa. Las costumbres alimenticias de la mayoría se oponen constantemente a este cumplimiento: en los restaurantes, en los trenes y en los aviones, en las casas de los amigos. Atenerse a la dieta requiere ante todo una claridad de propósito, luego cierta fuerza de voluntad, y, desde luego, un sentido acomodaticio del humor, si se quiere sobrevivir y cumplir al propio tiempo la venerable comedia.
A nuestros antepasados raramente les venía a las mentes la pregunta que se hace enseguida un cerebro moderno: «¿Qué necesidad hay de mantener todo esto?» Para ellos resultaba más complicado y les causaba más trastorno, intelectual y físico, salir en busca de una chuleta de cerdo o de un camarón y comérselo que comer según la costumbre judía. Estos hábitos formaban parte de la satisfactoria sensación de pertenecer a un antiguo y orgulloso pueblo; y en sus mismos cimientos indestructibles, había el instinto de que la Ley Mosaica era la voluntad de la providencia histórica para el pueblo judío. La comunidad americana, al pasar revista a su tradición, examina con ojos curiosos toda la serie de prácticas hebreas. Esto es motivo de desazón e incluso de angustia para padres y educadores, que no siempre disponen de respuestas para preguntas que ellos jamás se hicieron.
En Occidente, entre los grupos más asimilados, y en Rusia, donde las prácticas judías eran perseguidas por los comunistas, hay gran cantidad de judíos que ya no mantienen el régimen, ya sea por libre elección, por indiferencia, por coerción o por desconocimiento. Pero la amplia mayoría de judíos de todo el mundo aún siguen las leyes en sus líneas generales.
Un grupo muy numeroso las observa al pie de la letra. En los Estados Unidos, después de lo que pareció, de momento, una deserción en masa que daría el contraste con dichas prácticas en el término de una generación, las Leyes han terminado por arraigar, y todo parece indicar que su observancia va en aumento.
Esto en parte se debe, indudablemente, al hecho de que cada vez se hace más fácil el cumplimiento de la Ley. La producción de alimentos Kasher ha llegado a ser una industria moderna. Con la aparición en el mercado de la carne congelada en masa, resulta sencillísimo preparar comidas Kasher. Junto a esto parece existir una lenta y firme tendencia de la comunidad judía -impelida por una vorágine de muchos movimientos a la vez- hacia su centro de gravedad, que no es otro que la Ley Mosaica. De momento, ésta tendencia parece estar en contradicción con la ley de la creciente conformidad a las costumbres de la mayoría. Pero las leyes sociales no son leyes astronómicas. Los hombres pueden aprender nuevas cosas y cambiar de rumbo, cosa que no pueden hacer los planetas. En los Estados Unidos, uno no se convertirá necesariamente en un Jones comiendo como él, sino portándose como él se porta. Hablando de una manera muy general, Jones es el hombre que practica su religión y respeta a los que practican otras religiones distintas.
Digo esto para indicar que, a grandes rasgos, el renacimiento religioso de los judíos norteamericanos ha sido hasta ahora un cambio social más que religioso o intelectual, como lo fue la separación primitiva de la fe. Pero aquellos que desean la conservación del judaísmo, deberían acoger con alborozo cualquier clase de resurrección, fuese la que fuese.
Hay que confiar que, con el tiempo, la sustancia ocupará el lugar central.
En términos generales, nuestra antigua dieta hebrea permanece tan claramente expuesta como cuando Moisés nos la dio a conocer. No es un régimen para ermitaños. Nos ofrece carnes y bebidas en gran abundancia y variedad. El límite está expuesto únicamente por las posibilidades económicas de cada cual y el sentido común, no por la ley. Si deseamos cumplir la dieta de buena fe, nada nos impide hacerlo. El aumento en la cantidad de los abastecimientos corresponde a la comunidad, que debe ejercer su influencia sobre los abastecedores, en demanda siempre de mayor calidad.