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¿Mashíaj? ¡Ahora!

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Comentario de Parashat Vaiejí, por el seminarista Dr. Gabriel Pristzker, de la Kehilá de Córdoba, Argentina

Hacia al final de parashát Vaiejí, la cual leemos esta semana, el Patriarca Iaakov junta a sus 12 hijos para impartirles una bendición de despedida (estaba pronto a morir). En ese contexto y momento, nuestros sabios comentan que Iaakov estuvo a punto también de revelar la llegada de la era mesiánica, el momento en que llegaría el, así llamado, «Mashíaj», pero la Presencia Divina (que alimentaba su espíritu profético) se apartó de él y el misterio quedó sin resolverse…hasta nuestros días. 

¿Qué tendrá de extraordinario aquella era? ¿Cuáles serán sus particularidades y propiedades? ¿Qué secretos con-tiene?
 
Leamos, para una primera aproximación,  al (gran) Maimonides: 
 
«El Rey Mashíaj ha de advenir y restaurará la antigua gloria del reino de David, con su poder original».
 
«No vayas a pensar que el Rey Mashíaj ha de obrar milagros y portentos, y de crear cosas nuevas en el mundo, o resucitar a los muertos, u otras  cosas similares. No es así…(Mishné Torá, Leyes de los Reyes, Capítulo 11, halajot 1 y 3). 
 
«Nadie vaya a suponer que en los tiempos mesiánicos desaparezca ninguna de las leyes de la naturaleza o se produzca una modificación de lo hecho en la Creación del Mundo. El Mundo seguirá con sus leyes inmutables, y lo que dijo Isaías: «Morará el lobo con la oveja y el tigre yacerá con el cabrito» (Isaías XI, 6) es sólo una parábola. Su significado es que el Pueblo de Israel morará con seguridad entre los malvados de las naciones del mundo, a quienes se simboliza con un lobo y con un tigre…» (Mishné Torá, Leyes de Reyes, Capítulo 12, halajá 1).
 
Siguiendo a este sabio del medioevo español, la era mesiánica no tendrá diferencias en lo que hace a las leyes de la naturaleza, sino que su singularidad será de carácter político social: el Pueblo Judío podrá convivir finalmente en paz con el resto de las naciones del mundo.
 
Leamos ahora a nuestro Rav, Marcelo Polakoff: «hace muy poco tiempo, y dado que en hebreo las vocales no se escriben y la diferencia entre las letras  «shin»  y «sin» es solamente la ubicación de un pequeño punto que casi nunca suele aparecer (de hecho jamás se escriben esos puntos en el texto de la Torá), me enseñó Alouoph Hareven en su libro Face to Face una lección maravillosa. No tenemos que leer mashiaj sino mesíaj, que significa «el que dialoga». He aquí una pista enorme para captar, desde lo más profundo del diálogo, que bajo cualquier formato el mesías o la era mesiánica estará mucho más cerca cuando aprendamos a escucharnos, encontrando en el rostro de nuestros prójimos un espejo de lo divino (del libro «En el nombre del Rabino y del Padre, Marcelo Polakoff y Rafael Velasco S.J.).
 
Unidas ambas lecturas y considerando sus particularidades y consecuencias, te pregunto lector: ¿No será la era mesiánica una era maravillosa y «milagrosa»?
 
En este sentido, lo milagroso es humano mas que divino. Es una construcción, más que un advenimiento. Trabajemos, entonces, para traer al Mashíaj.

 
¡Shabat Shalom!
Seminarista Dr. Gabriel Pristzker
Kehilá de Córdoba, Argentina

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