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PARASHAT VAIETZÉ: Y RASGUÑA LAS PIEDRAS

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Comentario de Parashat Vaietzé, por el rabino Marcelo Polakoff, de la Kehilá de Córdoba, Argentina

En esta semana de la Torá nos topamos con nuestro patriarca Iaakov recostado sobre unas piedras mientras sueña con una escalera cuya base se asienta en la tierra y su cima en el cielo, poblada de ángeles que subían y bajaban a través de sus escalones.

Es cierto que soñar no es tan complicado. Es más, es una de las más bellas posibilidades con las que contamos los seres humanos.

Amén de ello, también es dable reconocer que la clave de muchos sueños no está en el sueño mismo, sino fundamentalmente en la posibilidad de despertarse para realizarlo.

Y es evidente que siempre hay piedras, y que a veces son más los ángeles que bajan que los que suben. Y eso indudablemente nos desalienta.

Pero cuando el sueño es poderoso, cuando es trascendente, cuando se percibe como eternamente soñado, pasa lo que sucedió con Iaakov. Sencillamente tomó las piedras y las usó como base de una construcción.

¿Qué construyó? “Bet El”. Una casa para Dios. Descubrió aquello qye hasta ese momento se le aparecía un tanto vedado: la trascendencia.

Pero faltaba aún con quién comenzar a compartirla…

Iaakov siguió andando y la Torá nos cuenta que llegó a un pozo de agua con varios pastores alrededor, lleno de ovejas por todos lados, y sin una gota de la preciada bebida a la vista.

El patriarca pregunta qué pasa, por qué no abrevan a los rebaños, ¿por qué nadie toma? Y le contestan que la piedra redonda que está sobre la boca del pozo es demasiado pesada, y que tienen que esperar que se reúnan más pastores para poder sacarla de allí.

En ese momento aparece Rajel, de quien se enamora en el acto, y sin perder un solo segundo Iaakov solito levanta la piedra y le da de tomar a todo el gentío, y a todos los rebaños.

Y no es que Yaakov fuera Superman, sino que lo que tal vez esté susurrando esta historia es que cuando se ama -bien desde el alma- se despiertan en cada uno de nosotros actitudes y aptitudes que ni siquiera imaginábamos poseer. Sucede quizás porque en la mirada quien nos ama, nos descubrimos, y tal vez por vez primera, nos dejamos ser.
Es muy curioso que en sendos relatos -el de su sueño revelador, y el del encuentro con su amor- aparezcan las piedras como un personaje esencial. Ese elemento que -aun cuando pueda ser generalmente concebido como un obstáculo-, es el mismo con el que se termina dándole un viso de bendición a cada una de las historias.
Algo no muy distinto sigue ocurriendo casi cuatro mil años después de la existencia de nuestros patriarcas…Hay gente que arroja piedras a otros, hay quienes se las colocan delante sin querer queriendo, hay quienes las evitan, y hay quienes se las llevan puestas.
Yaacov, y nosotros como sus descendientes, estamos llamados a convertirlas en un trampolín para tiempos mejores.

Tiempos de construir y descubrir, tiempos de abrevar y de amar.

¡Shabat Shalom!
Rabino Marcelo Polakoff
Kehilá de Córdoba, Argentina

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