Este sábado hicimos Judaísmo a la carta sólo por zoom; nos veíamos a través de las pantallas, cada uno desde su casa, pero conectados fuertemente con la idea que se iba a debatir. El tema de la judeofobia es un tópico siempre vigente, pero esta vez iba a ser abordado desde una perspectiva que no solemos escuchar.
El rabino Gabi Pristzker abrió el encuentro apelando a citas del Tanaj. Mencionó los dichos de dos antisemitas, como modo de comprender el origen de su discurso antijudío. En primer lugar, se refirió a Bilam, aquel brujo que procuró maldecir al campamento judío, pero cuyas palabras finalmente terminaron siendo de bendición: dijo que “Israel era un pueblo que vivía solo, separado de las demás naciones”. Seguidamente, aludió a Hamán, el perverso ministro de la corte persa, que habló de “un pueblo que tiene sus propias leyes, que se regía por cánones distintos al consenso”. Dos caras de la misma idea: la intolerancia al diferente, a quien no piensa como el conjunto. Éste es un camino de inicio en la construcción de un pensamiento que ve, en quien se aparta de la norma, un peligro o una amenaza.
Y hacia la conclusión de la charla, con firmeza y convencimiento, arengó para que el odio de los que nos atacan no sea lo único que nos aglutine y despierte; que sea la belleza y la sabiduría de nuestro judaísmo milenario lo que nos fortalezca y eleve nuestro orgullo. Que no nos defina la malintención de los violentos.
Así cerramos otra jornada memorable, con una dosis de energía espiritual que nos inspira para continuar y crecer.
¡Hasta la próxima!
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