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Real idealidad

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Comentario de Parashat Haazinu, por el seminarista Dr. Gabriel Pristzker, de la kehilá de Córdoba, Argentina

En la Parashá de esta semana, Haazínu, Moshé Rabéinu expresa uno de los más altos anhelos tanto de él mismo como, a mi humilde entender, de cada líder y/o maestro religioso a lo largo y a lo ancho del tiempo y la geografía judías. Dejemos hablar a Moshé:

«Y vino Moshé y dijo todas las palabras de este cántico a oídos del pueblo, él y Josué, hijo de Nun. Y cuando Moshé hubo acabado de hablar todas estas palabras a todo Israel, les dijo: Aplicad vuestro corazón a todas estas palabras que testifico contra vosotros hoy, para que las recomendéis a vuestros hijos a fin de que cuiden de cumplir todas las palabras de esta Ley. Porque ésta no es cosa vana de vuestra parte, sino que vuestra vida misma. Y por medio de esto prolongaréis vuestros días sobre la tierra donde vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella (Deuteronomio 32, 44-47)».

Como todo excelente líder Moshé pone el techo alto, muy alto: aquellos que escuchan deben, idealmente, cumplir TODAS las palabras de La Ley, porque eran «la vida misma» y, por medio de ellas iban «prolongar su días». Moshé anhelaba que Israel «aplicara el corazón» en el «asunto».

Te dejo la inquietud estimado lector de bucear en la historia de Pueblo Judío las instancias donde el anhelo mosaico estuvo más lejos o más cerca de concretarse.

También te dejo una reflexión jasídica respecto de la (siempre presente) tensión entre lo ideal y lo real.

«Dijo Rabí Tzvi Elimelej de Dinov: en la primera bendición de la Amidá (oración central de los diferentes momentos de rezo en la tradición judía) se menciona a los tres patriarcas: “Dios de Abraham, Dios de Itzjak y Dios de Iaakov” pero al concluir la oración se menciona solo a Abraham: “Bendito eres Tú A-do-nai protector de Abraham”. Explica el Rabí que los tres patriarcas están, cada uno de ellos, relacionados con los tres pilares que sostienen al mundo: Abraham con la practica de la piedad y las buena acciones , Itzjak con la oración y Iaakov con el estudio de la Torá.
Más en nuestros día son pocos los que pueden estudiar “de día y de noche» como sería el ideal y menos aún los que saben orar con plena devoción. Si por los menos realizáramos obras de bien con el prójimo sería suficiente, pues esa virtud de Abraham nos servirá de protección y escudo aún cuando no alcancemos a cumplir estrictamente con las otras obligaciones».

¡Shabat Shalom!
Seminarista Dr. Gabriel Pristzker
Kehilá de Córdoba, Argentina

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