Comentario de Parashat Ki Tavó, por el seminarista Dr. Gabriel Pristzker, de la Kehilá de Córdoba, Argentina
Esta semana leemos parashat «Ki Tavó» y, entre otras temáticas, en ella se habla sobre la mitzvá de los Bikurim.
Los primeros frutos cosechados de un campo no debían ser comidos por aquellos que trabajaron esa tierra. En cambio, debían colocarse en una canasta y llevarlos hasta el sacerdote quien los ofrendaba delante del altar divino allí en Ierushalaim.
Al llegar, y en el momento de la ofrenda, cada persona debía decir:
‘Un arameo errante era mi padre, y descendió a Egipto y residió allí con poca gente, y se convirtió allí en un pueblo grande, fuerte y numeroso. Y nos maltrataron los egipcios, y nos oprimieron, y nos dieron trabajo duro. Y clamamos al Eterno, Di-s de nuestros padres y escuchó el Eterno nuestra voz y vio nuestra aflicción, y nuestro trabajo, y nuestra opresión. Y nos sacó el Eterno de Egipto, con mano poderosa, y con brazo extendido, y con terror grande, y con señales y con prodigios. Y nos trajo a este lugar, y nos dio este país, tierra que mana leche y miel. Y ahora he aquí que traje las primicias del fruto de la tierra que me diste, Eterno’.
Tomada literalmente de nuestra Parashá, esta declaración tiene como motivo central a la gratitud.
Dice el Rav Gustavo Surazski: «La gratitud es el motor de la solidaridad y de la entrega. Si ustedes ven una sociedad poco solidaria, de seguro que es una sociedad ingrata…
Por ello, no es casual que luego del pasaje de los Bikurim, la Parashá hable sobre la Tzedaká. La gratitud hace aflorar los sentimientos más nobles que yacen en nuestros corazones».
En épocas pretéritas nuestros antepasados se acercaban a Dios a través de los sacrificios. Un tipo particular de sacrificio eran los «Shelmei Todá», precisamente las ofrendas de agradecimiento. En la actualidad es la tefilá el sendero que nos acerca al Creador y la posibilidad de manifestar gratitud se canaliza, entre otras maneras, a través de ella. Es curioso, en relación a este tema que, según nuestros sabios, todos los sacrificios serán nulos en la era mesiánica. Tan sólo existiría una excepción: la ofrenda de agradecimiento, que nunca será anulada. Más aún, todas las tefilot se anularan en el futuro, excepto aquellas de agradecimiento.
Así de trascendente es para la tradición judía el tema de la gratitud, de reconocer aquello con lo que hemos recibido, a veces aún sin merecerlo. Si pretendemos ser «verdaderos» judíos DEBEMOS educarnos en gratitud. «Judío» se dice en hebreo «iehudí» que, a su vez, viene de la palabra «Iehudá», nombre de los uno de los hijos del Patriarca Iaakov y padre, a su vez, de una las tribus más prominentes del Pueblo de Israel. Este término, finalmente, tiene raíz en «todá» y/u «hodaiá»: gratitud (muchas gracias, en hebreo, se dice «todá rabá». Ser judíos es ser, sencillamente, seres humanos agradecidos.
¡Shabat Shalom!
Seminarista Dr. Gabriel Pristzker
Kehilá de Córdoba, Argentina
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