Comentario de Parashat Vaietzé, por el rabino Pablo Gabe, de la Kehilá de Córdoba, Argentina
En la lectura de la Torá de esta semana, Parashat Vaietzé, encontramos uno de los tantos ejemplos del continuo desarrollo de nuestra tradición en relación a los diferentes tiempos en que nos toca vivir.
Iaakov se había escapado de su casa, para evitar que su hermano lo matara, debido al problema que se había suscitado en el seno de la familia. Iaakov había tomado la bendición que le correspondía a su hermano Eisav. Al escapar, se dirige a la casa de su tío Labán, hermano de su madre. Ese había sido el pedido de sus padres, que se instalara en la tierra de sus familiares. Momentos antes de llegar a la casa de Labán, conoce a una de sus hijas llamada Rajel, y pretende casarse con ella. Pero para eso, deberá su futuro suegro le exige trabajar para él durante siete años, para poder casarse con su hija. A diferencia de Abraham e Itzjak, quienes de los conocía con un poder económico importante, Iaakov llega a la casa de Labán sin nada. Por lo tanto, no tiene otra opción.
Luego de los siete años, en el momento en que va a contraer matrimonio, el suegro le “cambia” la novia, y coloca en su lugar a Lea, la hija mayor. Más allá de este engaño, Iaakov decide trabajar otros siete años más para conseguir a su amada. Cumplido este plazo, lograr formar una familia con Rajel. Lo que resulta más interesante, es que Iaakov como patriarca del pueblo de Israel, contrae matrimonio con dos mujeres. No solamente eso, sino que además son hermanas, cuando la Torá, en Levítico 18:18, nos dice: “A una mujer y a su hermana no desposarás…” ¿Acaso Iaakov incumplió las leyes de nuestra Torá?
Existe otro ejemplo interesante. En el primer libro de Reyes, capítulo 11, se nos cuenta que el Rey Shlomó incrementó para él muchas mujeres, que provocaron que su corazón se desvíe del camino del bien, y no permaneció integro junto con Ad’. Frente a esto, nuestra Torá nos dice en Devarim 17:15-17 lo siguiente: “Designar, habrás de designar sobre ti un rey (…) Tampoco se incrementará mujeres para que no se desvíe su corazón…” ¿El Rey Shlomó también faltó a la palabra sagrada?
Conocida es por nosotros, la poligamia que existía en la época bíblica, de la cual Abraham y Iaakov son ejemplos paradigmáticos (De Iaakov lo mencionamos hace algunas líneas mientras que Abraham había tenido hijos tanto con su mujer como con su criada). Sin embargo, ya en el medioevo europeo dejó de ser una práctica habitual. Con el tiempo, Rabí Gershón Mehor Hagolá, decretó su prohibición. Seguramente habrá tenido los argumentos suficientes del contexto en el que se manejaba, para abolir una práctica que fue llevada a cabo por nuestro patriarca Abraham, entre otros.
Estos son ejemplos de lo que decía el Rabino Abraham Ioshúa Heschel: “El judaísmo es un mínimo de revelación y un máximo de interpretación”. La Torá es el texto sagrado revelado por Dios a nuestro maestro Moshé. Pero el judaísmo, gracias a Dios, no se cierra en los cinco libros de la ley. Desde las primeras parejas de Rabinos, Hilel y Shamai eran una de ellas, hasta nuestros días, tenemos sabios y maestros que se dedican a interpretar la ley y la práctica. Para que la tradición y el cambio, puedan vivir dentro de nuestro judaísmo.
Shabat Shalom!
Rabino Pablo Gabe
Kehilá de Córdoba, Argentina
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