Por el Lic. Alejandro Bosack
“Me llamó la maestra muy preocupada porque el nene se distrae en clase y está hiperactivo la mayor parte del tiempo”.
En repetidas oportunidades hemos escuchado este lamento de muchos padres. Por ello, vale la pena tomarse unos minutos para reflexionar acerca de algunas de las causas probables de este drama que sufren miles de familias, y que muchas veces encuentra un paliativo en la administración de fármacos recetados (que sólo suprimen los síntomas, aunque casi siempre ocasionan efectos secundarios indeseados).
La alimentación es una práctica primaria, tan básica y necesaria para la vida como la respiración; por ello los médicos y nutricionistas nos aconsejan una dieta adecuada para mantener una buena salud.
En el sentido de cuidar la salud, nuestro pueblo creó las muy sabias normas de la Kashrut (ver: http://www.my000442.ferozo.com/culto/kashrut), enunciadas en los libros sagrados y en la tradición oral. Además, en el Tanaj, Profetas, libro de Daniel, puede leerse: “Daniel dijo a Amelshad, a quien el jefe de los eunucos había puesto a cargo: prueba un experimento en tus sirvientes, por diez días que sólo nos den legumbres para comer y agua para beber, entonces vean como lucimos y nos comparan con los jóvenes que comen a la mesa del rey… Al final de los diez días, sus semblantes lucían mejor y más robustos que todos los jóvenes que estaban comiendo a la mesa del rey”.
Cada vez hay más evidencias científicas acerca de que una incorrecta alimentación, en particular el exceso en la ingesta de azúcar blanca, es un factor que predispone, no sólo a la hiperactividad en niños, sino a afecciones como las caries dentales, diabetes y obesidad (entre otras).
Por lo anterior, es muy importante que los niños concurran a la escuela bien desayunados desde sus hogares; y en los recreos abandonen las gaseosas cola, las golosinas y las grasas nocivas para consumir, como el profeta Daniel, agua mineral (en los patios de la escuela se distribuyen varios dispensers con este vital alimento) y –ampliando el concepto bíblico de legumbres- frutas frescas de estación y frutos secos sin salar (nueces, almendras, maníes, etc.), todos de alto valor nutricional.
Lic. Alejandro Bosack
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