Así fue el último encuentro del año de Judaísmo a la carta del pasado sábado. El tema esta vez fue elegido por el rabino Gabi Pristzker y realmente era prometedor: la idea del judaísmo como un GPS para el alma. Los presentes llegaron con algunas presunciones sobre el asunto, pero el mensaje tuvo tal claridad y contundencia que los sacudió.
El rabino mostró a los protagonistas de la escena: cada persona, el prójimo y Dios, un trípode que ha sostenido la concepción judía de todos los tiempos. Planteó al ser humano como un sujeto en transformación, con una dinámica en su pensar y en su hacer, que puede llevarlo a hacer lo peor o lo mejor; y señaló a la Torá como una guía que lo conduce hacia la virtud y la verdad.
La teoría resultaba lógica y evidente; pero la pregunta era cómo traducirla en hechos concretos, de qué modo hacerla práctica. Y allí se vivió un momento revelador: Gabi Pristzker tomó el sidur de oraciones cotidianas y dio las claves de cómo comenzar. Inició la enumeración de principios fundamentales que deberíamos cumplir cada día, algo así como un “check list” de cosas que no deben faltar. Habló de hacer tzedaká, de honrar a los padres, de ser buenos anfitriones, de visitar enfermos, de estudiar las fuentes judías, de fomentar la paz. Quien procede de esta manera, al final de sus días “se lleva aquello que dejó”, trasciende en lo que ha sembrado.
Todos concluyeron conmovidos por la luz de tamaña sabiduría. Fue la última clase y dejó tarea: hacer la parte que nos toca para traer santidad a cada día. Fue un cierre brillante de un año pleno de aprendizajes. Disfruten las vacaciones, pero no olviden hacer los deberes.
¡Hasta el año próximo!
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