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UNA CHARLA BENDITA

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En la tarde del sábado nos encontramos como cada mes a reflexionar sobre nuestro judaísmo, descubriendo la belleza y la profundidad de una sabiduría milenaria. Esta vez, el tema estuvo relacionado con las bendiciones que invocamos ante distintas situaciones, procurando entender sus razones y sus mensajes.

Allí, en torno a la mesa para una merienda compartida, fue cuando el rabino Gabriel Pristzker comenzó a desarrollar su idea. Lanzaba preguntas esperando respuestas, despertaba el pensamiento para que surjan conceptos, todo matizado con su natural buen humor y su lenguaje amigable a la escucha.

Planteó que hay bendiciones (brajot) para cada ocasión: algunas muy conocidas, otras no tanto; algunas sobre sucesos placenteros, otras para circunstancias no felices. Algunas lógicas, otras extrañas. Y en el andar del tiempo (que se pasó rápidamente como los buenos momentos) expresó que “el judaísmo consiste fundamentalmente en dar santidad a lo cotidiano, en transformar lo profano en sagrado”. Y las Brajot son un medio para ese propósito, una manera de captar lo milagroso y lo “divino” que se esconde detrás de las cosas simples que a diario nos suceden.

Casi al finalizar, comentó también que es necesario acrecentar nuestra capacidad de asombro para una mirada diferente de los hechos; sorprendernos con lo ordinario para hacerlo extraordinario, y así acrecentar nuestra espiritualidad.

Fue un diálogo profundo y provocador, palabras que invitan a crecer y que aún continúan resonando. Así pasó este encuentro, pero vendrá otro. No te lo pierdas.

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