Repasemos, uno a uno, noche a noche, fuego a fuego, cada encendido comunitario de la Janukiá. Fueron 8 hermosos momentos, en los que 8 luminarias también se encendieron en Kehilá…
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Todo comenzó el martes 12 de diciembre, en la fiesta de cierre del Gan Ierushalaim. Allí, tuvo luz la primera vela, con las morot del jardín y un tutorial en video del rabino Marcelo Polakoff
El miércoles se encendió la segunda vela, en la fiesta de cierre del nivel primario, con los rabinos Marcelo Polakoff y Gabriel Pristzker, y una invitada muy especial, Yael, una jaielet israelí que estaba de visita en nuestra ciudad.
La tercera vela fue encendida en el Templo Beit Israel, durante la colación de grados de los alumnos del secundario. El rabino Gabriel Pristzker invitó a «Paco» Felsztyna, en representación de los abuelos de los egresados.
El viernes por la noche fue la primera seudá de Jánuca (y de Shabat) en la historia de la Kehilá de Córdoba, y antes de la ceremonia de Kabalat Shabat, se encendió la cuarta vela, en la gran Janukiá del Centro Unión Israelita. Los Bnei Mitzvá de la semana, junto a representantes de los egresados del secundario, fueron los encargados de dar el gran fuego.
Sábado por la noche. Gran Concierto Abierto de Jánuca. Una velada muy especial para celebrar la festividad de las luminarias y encender la quinta vela, con la presencia del Presidente del Centro Unión Israelita, Cdor. Hugo Waitman, Monseñor Carlos Ñañez, el rabino Marcelo Polakoff, y niños de la Orquesta Sinfónica Benjamino, grandes protagonistas de la presentación musical.
El domingo llegó la gran celebración comunitaria, en Macabi Noar, con un fiestón lleno de baile, comida, música y color. Allí, la gran Janukiá estuvo presente para que se encienda la sexta vela.
Los jóvenes se reunieron en la casa del rabino Gabriel Pristzker el lunes por la noche, y disfrutaron de una noche íntima repleta de diversión entre pares. Por supuesto, sobre la mesa se dispuso la janukiá y la séptima vela iluminó el encuentro.
Y llegamos a la última vela, la octava. Fue el martes 19, una semana más tarde, en el emotivo encuentro para el Teatro Leído «Mi nombre es un número», en homenaje a Edgar Wilfeuer, sobreviviente de la Shoá. Con más de 120 personas presentes, la última luminaria fue el broche de oro para una semana de Jánuca que quedará por mucho tiempo en la memoria de la Kehilá de Córdoba.
¡Mazal Tov para todos los que hicieron posible este gran encendido de velas comunitario!
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