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Amor, Hamas y odio. Comentario a la parashá “Jaiei Sara” Por el rabino Marcelo Polakoff

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Esta semana aparece en la Torá una escena completamente romántica.
Se trata del encuentro de Itzjak y Rivka (o Isaac y Rebeca en castizo puro). Ella venía a camello, el transporte más típico de aquella época y lugar, y cuando él percibe que una caravana de camélidos se está acercando, sale a su encuentro. Se cruzan la mirada, y el texto no esconde nada, de golpe Rivka se cae del camello (¡de golpe y porrazo!).
Su criado le confirma que se trata de Itzjak, su prometido, y la Torá nos cuenta que sin dilación alguna la tomó como su mujer y la amó. Esa referencia al amor, algo no muy habitual en el texto bíblico, es bastante curiosa, ya que se da justamente en nuestro segundo patriarca, a quien se le aplica el mismo sentimiento por parte de su padre Abraham. De eso nos enteramos un par de capítulos más atrás, cuando el Creador le pide a nuestro primer patriarca que ofrende su hijo Itzjak, “al que amas”.
El primer ser humano que la Torá describe como “amado” es el primero que se constituye en “dador de amor”. No siempre sucede así, pero pareciera ser que aunque no sea una ley matemática, suele haber un lazo no tan oculto y muy bien tejido entre la real posibilidad de amar y el hecho de haber sido amado.
Por supuesto que no es una condición necesaria ya que hay innumerables casos de gente que ama a pesar de no haber sido amada, especialmente en su infancia.
A la vez, es muy difícil encontrar casos de seres que fueron bienamados y que no desarrollen más tarde esa capacidad de dar amor.
Manoteo las teclas de la compu con estas disquisiciones porque me resultan relevantes, pero también porque pienso que algo de lo contrario también sucede. Y en el contexto dificilísimo en el que nos hallamos desde el 7 de octubre con la masacre del Hamas, se puede percibir cómo opera -en parte- el veneno del odio. ¿Cómo entender si no el grado de sadismo pocas veces visto con el que ejecutaron semejante festival de horror? Acá hay evidencias incontrastables. Acá hay poca gente amada. Acá hay odio instalado e instilado desde la edad más temprana. Acá hay una agenda odiosa de odio. No hay que hacer mucho esfuerzo para constatarlo. Basta con ver los manuales de estudio de jardín de infantes y de primaria con el que estos grupos terroristas adoctrinan a sus niños para convertirlos más tarde en mucho más que asesinos…Una lástima.
La Torá se entregó en el Monte Sinaí, y una de las varias teorías que nuestros sabios nos enseñan con respecto al origen del nombre de dicho monte es que está conectado con la palabra hebrea “siná” que significa “odio”. ¿Por qué? Porque cuando se trata de traer ley y responsabilidad, cuidado y amor, límites y preocupación por el prójimo, inexorablemente habrá quienes “odien” este tipo de mensajes y no los aceptarán, ni a ellos ni a sus mensajeros, vale decir el pueblo judío.
Mientras tanto, nos toca seguir aportando amor, más allá del odio de algunos…

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