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Dirigirse a Dios con la verdad

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Comentario de Parashat Jol Hamoed Sucot, por el rabino Pablo Gabe, de la Kehilá de Córdoba, Argentina

Existe una relación muy directa entre Iamim Noraim (Rosh Hashana y Iom Kipur), con la festividad de Sucot. No por nada, estas se encuentran a muy pocos días una de la otra. Resulta que uno cree, que Rosh Hashaná y Iom Kipur son una unidad en sí misma y luego, desprendida totalmente, aparece Sucot y la alegría de la misma. Si bien ésta última es una festividad independiente, guardan una fuerte relación.

Al finalizar la festividad de Sucot, comenzamos a pedir a Dios por las lluvias (en la tierra de Israel). La misma resulta vital para el sembrado de las diferentes plantaciones (es importante ahora, lo era mucho más en tiempos donde la tecnología no había llegado a los niveles actuales). En este sentido, el perdón conseguido en Iom Hakipurim, se iba a ver reflejado en las abundantes lluvias de esta época. Esta es la conexión entre ambos acontecimientos. Tal es así que Shminí Atzeret, el octavo y último día de Sucot, es el último día para poder pedir perdón.

La lectura de la Torá, que acostumbramos a leer todos los años en el Shabat que se encuentra dentro de la festividad de Sucot (Shabat Jol Hamoed Sucot), nos ubica temporalmente en el momento posterior a la destrucción de las primeras tablas de la ley, como consecuencia de la construcción del becerro de oro. Dios le pide a Moshé que ascienda nuevamente al monte y que talle otras tablas como las anteriores. En el momento que Dios le da la orden y Moshé se encuentra en la cima, Dios de reveló ante él, “circundado por la nube”. Es uno de los encuentros más cercanos entre Moshé y el creador. Moshé pide ver el rostro de Dios, pero éste solo muestra su “espalda” (si se me permite el antropomorfismo). Esta revelación representa lo que hoy conocemos como los trece atributos de la esencia de Dios. Eso que intercalamos en las festividades que dice así: “Ad’ Ad’, Dios clemente y misericordioso. Tardo en la ira. Magnánimo en la misericordia y en la verdad. Mantiene la benevolencia para miles de generaciones. Perdona la iniquidad, la rebeldía y el error”.

En hebreo, nos permite pensar acerca de algo muy especial. Se caracteriza a Dios como “Rab Jesed Beemet”. Si bien en traducido en nuestro Sidur como Magnánimo en la misericordia y en la verdad (lo cual lo hace menos coloquial), la traducción más precisa sería Bondadoso de verdad.

Cabe una pregunta central: ¿La Torá necesita aclarar que Dios es bondadoso de verdad? ¿Acaso lo será de mentira?

Nuestros sabios lo explican de una manera muy impactante. Ellos sostienen que, la verdadera intención del texto es decirnos lo siguiente: Si y solo si, vamos a Dios con la verdad, él será bondadoso. De Dios no podemos escapar. Lo mencionábamos en la noche de Kol Nidré. El profeta Ioná creía que podía escapar de la presencia de Dios, yendo a otra ciudad. Escondiéndose en lo bajo del barco para ir a dormir.

Si creemos que engañamos a Dios, nos estamos engañando a nosotros mismos. En esta época del año, donde aún seguimos pidiendo perdón y tenemos la posibilidad de ser perdonados, manejémonos con la verdad.

¡Shabat Shalom!
¡Jag Sameaj!
Rabino Pablo Gabe
Kehilá de Córdoba, Argentina

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