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¡HOLA, RABINO!

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El gran día, finalmente, llegó. El rabino Gabriel Pristzker tuvo su ceremonia de bienvenida (“instalación” o “instalation” para la tradición judía en su versión anglosajona), y comenzó oficialmente sus funciones rabínicas en la Kehilá de Córdoba.

El lunes 4 de diciembre, el Beit Midrash Ierushalaim fue el Templo de la emoción. La comunidad judía cordobesa llenó todos los asientos para compartir una noche única junto a Gabriel.

Durante el servicio de Arvit, se fueron realizando cada uno de los pasos de la ceremonia en honor al nuevo rabino, quien estuvo acompañado por los rabinos Marcelo Polakoff, Fabián Zaidemberg y Diego Vovchuk, grandes amigos del Rab Pristzker, y también por otras amistades y allegados muy cercanos e importantes en su vida, invitados desde Buenos Aires.

Hubo momento para los rezos tradicionales de la Tefilá, para una pequeña predica, para que el nuevo rabino reciba el Talit -de manera simbólica- por parte de los otros rabinos, para sacar la Torá y que uno de sus fragmentos (elegido por Gabi Pristzker) sea leído.

La Comisión Directiva del Centro Unión Israelita se hizo presente a través de unas sentidas palabras de su Vice-Presidente, Gustavo Elman, quien hizo hincapié en la historia comunitaria de Gabriel, su trabajo incansable, y en las grandes expectativas que la comunidad mantiene para su desempeño como rabino. El Cdor. Hugo Waitman, Presidente del CUI, no pudo estar presente por un compromiso de índole personal, pero envió sus salutaciones y los grandes deseos que tuvo por haber podido compartir ese gran momento comunitario.

Luego del cierre de Arvit, llegó el momento de la emoción, y las lágrimas de felicidad no tardaron en aparecer. Gabriel recibió la bendición del rabino Marcelo Polakoff, junto a su esposa Paola y su hijo Eliel, acompañado por su madre y muchos amigos íntimos. Fue uno de los grandes momentos del año, y quedará para siempre en los corazones de toda la Kehilá. La emotividad en el rostro del nuevo rabino, en conjunto con las hermosas palabras dedicadas por Marcelo, le dieron un cierre a una ceremonia bella, sublime.

Luego, un Lejaim con riquísimos bocaditos y bebidas pusieron fin a una estupenda noche.

Ya lo hicimos una infinidad de veces, pero lo seguiremos haciendo, por la magnitud del logro, por la grandeza de su humildad y trabajo, por el esfuerzo puesto al servicio de su sueño, y por la importancia y responsabilidad que implica este nuevo título adquirido. ¿Lo decimos una vez? ¡Mazal Tov, rabino Gabi Pristzker!

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