Comentario de Parashat Devarim, por el rabino Pablo Gabe, de la Kehilá de Córdoba, Argentina.
Existen ciertas oportunidades, claramente establecidas por nuestros sabios, en donde algunas Parashiot coinciden con ciertas fechas del año. En esta oportunidad, asistimos a una de ellas.
Parashat Devarim, sistemáticamente, es leída todos los años antes de Tishá BeAv. Dicha fecha, en donde recordamos la destrucción de ambos Tempos de Ierushalaim y muchas otras tragedias del pueblo de Israel, es precedida por una porción de la Torá que tiene una palabra clave. Una expresión que no tiene una traducción exacta al español, pero que encierra un significado muy profundo.
La palabra Eijá ((איכה es una expresión de lamento, dolor; de algo que resulta inexplicable. “¿Cómo es posible?”, quizás podría acercarse a la traducción más acertada. La palabra Eijá aparece en reiteradas oportunidades en el texto bíblico. Quisiera compartir tres momentos en donde la misma se encuentra. Quizás, la más conocida de todas sea el libro que lleva su nombre, el libro de Eijá, traducido como “Lamentaciones”. En él, su autor, el profeta Jeremías (Irmiahu), expresa su pesar y su lamentación al ver la ciudad de Ierushalaim destruida y desolada. Él es testigo presencial de la destrucción y de la masacre que representó la invasión de Babilonia sobre la ciudad y el templo de Ierushalaim.
En nuestra Parashá, la palabra Eijá aparece asociada al recuerdo de Moshé acerca de tiempos difíciles. En su alocución (el Libro de Devarim/Deuteronomio dedica la mayoría de su contenido a esta alocución), recordando el andar del pueblo por el desierto, Moshé menciona aquellos episodios de enojo, malestar, disconformidad del pueblo. Tiempos en los que se quería volver a la esclavitud en Egipto y no apostar a la libertad, por más esfuerzo que se tenga. El malestar de Moshé se manifiesta en “cómo puede ser que yo haya llevado esta carga pesada” (Devarim 1:12).
Otro fragmento del Tanaj donde encontramos esta expresión, es en el comienzo del libro del profeta Ishaiau (Isaías). Esta profecía se basa en el enojo con el pueblo de Israel, previamente a la destrucción a manos de los babilonios. “Cómo es que la ciudad se ha prostituido, aquella que estaba poblada por montones, y era llamada fiel” (Ishaiau 1:21). Ishaiau vive los momentos previos a la destrucción. Entiende que más allá de la invasión externa, hay un componente de lo interno que no funciona. Actitudes reprobables entre los mismos hermanos. Todo ello lleva a la destrucción interna, más allá de lo externo.
Jugando con las letras en hebreo, manteniendo las mismas letras y su orden (איכה), no solo formamos la palabra Eijá. También podemos leer Aieka. Esta palabra aparece en el comienzo del texto de la Torá. Es la pregunta irónica que le hace Dios a Adam, luego de haber comido del fruto que Dios había prohibido comer. La actitud de Adam es la de esconderse. Dios pregunta por Adam, como un padre que juega con su hijo pequeño que se tapa los ojos, como diciendo “no estoy”.
Aikea no es un simple “¿Dónde estás?”. Es una pregunta punzante, filosa, profunda. La pregunta por donde estás, acerca del dónde estás en tu responsabilidad, en tus obligaciones y prohibiciones. Y es una pregunta que nos debemos hacer todos. Como judíos, ¿Dónde estamos? ¿Qué es lo que queremos? ¿Hacia dónde queremos ir? Desligarnos de las responsabilidades, puede ser peligroso. Después, no preguntemos ¿Cómo es posible? NO preguntemos “Eijá”.
¡Shabat Shalom!
Rabino Pablo Gabe
Kehilá de Córdoba, Argentina
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