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Pobreza material y pobreza estructural

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Comentario de Parashat Behar, por el rabino Pablo Gabe, de la Kehilá de Córdoba, Argentina

Desde los tiempos de nuestra Torá, el concepto de la pobreza fue una problemática que siempre molestó. La Torá habla de diferentes categorías de pobres y de distintas maneras de paliar esta situación. Claro está, que existen, al menos, dos formas de pobreza. Podemos entender una de ellas como el hecho mismo de no tener los suficientes medios materiales para vivir y desarrollar cierta calidad de vida, con mayores o menores pretensiones. Lo que sucede es que, con el paso del tiempo y con la permanente repetición de esta situación, la pobreza deja de ser solamente material, para pasar a ser estructural. La pobreza, al hacerse estructural, no permite salir de ella a quien ha sido colocado ahí dentro. “El que nació pobre, vivirá siendo pobre”.  

La Parashá de esta semana, nos plantea una interesante reflexión, articulada a través de dos Mitzvot concretas, profundas y relevantes. Las Mitzvot de Shmitá y la de Yovel. Dos preceptos que buscan romper ciertas estructuras que, aparentemente, fueron eternas y que por ese motivo, no tenemos por qué buscar su finalización. En pocas palabras, lo que siempre existió, siempre seguirá existiendo.

Tanto una como otra, están vinculadas al trabajo y al territorio. La primera de ellas, sostiene que en un período de siete años, las deudas quedaban anuladas (si bien existen recursos legales frente a esta situación, el espíritu de esta ley es la de condonar deudas que, fehacientemente, no podían ser canceladas por medio del dinero). Además, la tierra debía descansar en el año séptimo, para poder rendir en mayor medida durante los próximos seis años de trabajo. La segunda Mitzvá es un poco más compleja y busca calar más hondo en la situación. Luego de siete períodos de siete años (siete Shmitot), en el año cincuenta, los esclavos debían ser liberados y las tierras volvían a sus anteriores dueños. Para comprender esta situación, hay que verlo de la siguiente manera.

¿Cuándo es que alguien se esclavizaba? Cuando, no pudiendo pagar sus deudas, trabajaba para otra persona y de esa manera, a través de su trabajo, cubría lo adeudado. No era un esclavo en el sentido que hoy lo comprendemos. Era, una persona que había perdido su libertad y ofrecía a otro su fuerza de trabajo. Con relación a la tierra, sucede algo similar. Una persona vendía su territorio a otra para pagar una deuda (o bien, porque le habían ido mal las cosas y necesitaba pagar ciertos gastos). Esta persona, tanto quien se “vendía” como esclavo o quien había cedido su territorio, ya había perdido su independencia en la fuerza de trabajo (por ser esclavo) y sus medios de producción (por haber cedido su territorio). En todo ese lapso (hasta el Yovel), la persona acreedora habría de usufructuar (legalmente) tanto la fuerza de trabajo como los medios de producción. La pregunta que nos hacemos en este momento es: ¿Cuál es el límite de tiempo en que la persona no puede disponer ni su fuerza de trabajo ni sus medios de producción? La Torá nos da la respuesta: En el Yovel, todo queda liberado.

Cincuenta años es la multiplicación de siete períodos de siete años. El número siete representa algo cerrado, una unidad en sí misma. Por otra parte, en siete períodos de siete años, ya se renovaba la generación. Por lo tanto, es injusto que la generación posterior a quién vendió sus medios de producción, no tenga la oportunidad de tenerlos y trabajar de otra manera. En otras palabras, los conceptos de Shmitá y de Yovel, tienen como objetivo detener la estructuración y la reproducción de la pobreza. ¿Por qué es que ciertas personas, por nacer en contextos más privilegiados que otros, tienen desde ese momento, muchas más ventajas que otros que nacen en situaciones de riesgo o de mayor vulnerabilidad?

Son situaciones que siempre existieron, pero no estamos eximidos de buscar una solución y mejorar un poco esta situación. Aquello que es así ahora, no necesariamente debe seguir siendo siempre.

Shabat Shalom!
Rabino Pablo Gabe
Kehilá de Córdoba, Argentina

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