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NUESTRAS PALABRAS Y NUESTRAS COSAS

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Por Marcela Zadoff

Entre las sabidurías del hebreo, usamos el término “devarim”, una síntesis entre “cosas” y “dichos” que nos invita a llamar a las cosas por su nombre, sin tergiversaciones. La decimos en uno de nuestros rezos más importantes, después del Shemá cuando mencionamos lo que Dios nos ordena, cuando nos bendice: mitzvot. Estas son las cosas / las palabras / los asuntos que Dios nos ordena tener sobre nuestro corazón, enseñar a nuestros hijos, hablar sobre ellas constantemente (Entiendo que nos induce a hablar de lo que realmente es importante y que no perdamos tiempo en lo frívolo, lo pasajero).

Estamos en el mes de las maravillas, nuestro Elul lleno de amor acompasado al sonido del shofar que nos despierta y nos inspira, entre balances y disculpas vamos pensando en qué podemos mejorar, en este judaísmo creciente, para hacerlo más significativo.

Les propongo recuperar los bellos nombres hebreos de nuestros textos sagrados. Los nombres occidentales pueden usarse en el “ministerio de relaciones exteriores” de la Comunidad, aunque también podemos enseñar la belleza originaria. Así como el Kotel Hamaaraví es el Muro Occidental y el Iam Hamelaj es el Mar de la Sal, no tenemos razón alguna para sostener los lamentos del muro ni la muerte de un mar vivo y hermoso.

Entrando al “ministerio del interior” kehilatí, tenemos claro que la primera parte de las Sagradas Escrituras no es ningún testamento, ni antiguo, porque tiene vigencia mediante la Parshanut: las reflexiones que semana a semana elevan la vida cotidiana vinculándola a la Parashá de la semana. A punto de terminar y volver a empezar a leer la Torá, comparto un deseo: que en este Simjat Torá dejemos de pensarla como un mero Pentateuco. Una denominación que sólo refiere a la cantidad, pero no representa el viaje desde los principios de la Humanidad hasta el límite de Eretz Israel.

La Torá tiene, entonces, cinco libros que denominamos con las primeras palabras de cada uno de ellos:

Bereshit (בְּרֵאשִׁית), «En el comienzo»

Shemot (שְׁמוֹת), «Nombres»

Vaikrá (וַיִּקְרָא), «Y llamó»

Bemidbar (בְּמִדְבַּר), «En el desierto»

Devarim (דְּבָרִים), «Palabras» / «Cosas»

Quedarán en un segundo plano, al menos cuando hablamos entre nosotros, Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, solamente para los márgenes inferiores, los asteriscos, las notas al pie de página, los detalles de referencia.

Porque tenemos que llamar a las cosas por su nombre, porque esto somos, herederos de una creación a través de la palabra, donde durante seis días “vio Dios que era bueno” (primer capítulo de Bereshit), porque para salir de Egipto tenemos que definir con precisión cuál es hoy nuestro Egipto.

Nos invito a seguir mejorando nuestro judaísmo. Abrazos en estas Altas Fiestas, que sean motivo de encuentro entre seres de buena voluntad.

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