La morá es cariñosa, dulce, divertida y atenta… O mejor, es MUY dulce y además linda.
Una niña observa maravillada que tiene juegos nuevos y divertidos y que por eso le gusta el Gan.
La morá es buena de corazón, y abraza y hace reír mucho.
Es muy buena y más cuando cuenta cuentos. Y es muy calentita cuando nos abraza.
Siempre nos ama, aunque nos portemos mal.
Me recibe con un fuerte abrazo y una gran sonrisa.
Me gusta reírme con ella y sacarnos fotos.
Me gusta cuando la morá me cambia después que me hice pis encima y me cuida que nadie me vea.
Nos deja jugar o pone sahumerios cuando pintamos y dibujamos y todo huele muy bien.
Me gusta hablarle cuando me voy al baño.
Con mi morá me gusta hacer las letras de mi nombre.
Me ponen la canción de la vaca.
Veo que mi morá trabaja y pega los sticker en los cuadernos.
Nos enseñan con mucho amor.
Me gusta que tiene pintados los ojos.
La morá es un poquito loca.
Siento que estuvo super piola ir al gan!!
Me acuerdo que la morá me enseñó a ponerme la campera sola…
Es que sucede que cambian las formas, los colores, los materiales, los peinados, los uniformes. Pero no cambia la convicción de las y los docentes de saber por qué están donde están. Ni la importancia de hacer tiempo y lugar para acompañar a cada pequeña personita que transita el Gan. Y, fundamentalmente, no cambia el intenso deseo de ofrecerles el mundo y confiar en que ellos pueden cambiarlo.
¡Feliz día a todos los morim y morot del Gan!
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