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DESTRUYENDO PARA CONSTRUIR

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En estos tiempos difíciles que atravesamos desde hace más de 1 año, la educación adquirió una relevancia insoslayable, y la Escuela Israelita Gral. San Martín trabajó desde el primer momento para que los alumnos de la institución no sientan ningún receso en su camino académico. Compartimos estas hermosas palabras de la Lic. Marcela Zadoff, madre de nuestra escuela:

Tal vez el momento de mayor desafío y felicidad para el pueblo judío, según cuenta la Torá, sea el ingreso a Eretz Israel. Intensos días y noches de aprendizajes, de promesas y bendiciones. Cuarenta años habían transcurrido deambulando por el desierto hasta esa noche, cuando acamparon frente al río Jordán, alistándose para derruir las murallas de Jericó.

El libro de Devarim (Números) en su capítulo 33, desde el versículo 52 en adelante, nos cuenta que habló Adonai: Para poder construir es preciso destruir.

Destruir al enemigo invasor para que no corroa la vida en la Tierra Santa que mana leche y miel.

Hoy nuestra comunidad y más precisamente nuestra Escuela enfrentan un desafío similar, no con un enemigo visible y palpable sino contra un virus que no infecta la tierra pero que está en el aire, que intenta habitar nuestros pulmones y amenaza con corroer la vida de las personas que más amamos.

En esta larga noche frente al Jordán del miedo, hemos logrado comprender que la situación no es transitoria respecto de los cuidados que tenemos que adoptar para estar juntos.

Cómo educar a nuestros hijos tiene que ver con las condiciones de vida ante este problema que ha llegado para modificar nuestras costumbres de manera contundente y para que adaptemos el entorno a condiciones de salud.

No estamos en Jericó, pero en nuestra querida escuela estamos derribando muros. Aquella casa del libro (beit asefer) que necesitó tantas paredes hoy requiere espacios más amplios para mantener el distanciamiento que nos permita tener clases presenciales en condiciones edilicias sanas, aseguradas para nuestros jóvenes.

El segundo hogar de nuestros hijos tendrá aulas amplias y los chicos tendrán clases presenciales en un ambiente óptimo. Porque no pocas veces la mirada es imprescindible, hoy el encuentro no puede ser prorrogado. A menudo, ante las adversidades el aprendizaje encuentra, como el agua que corre, un cauce alternativo, su espacio para fluir… para vivir en esa matriz del conocimiento donde los docentes y alumnos se podrán sentir seguros.

Gracias a la iniciativa de una comunidad educativa plena que demuestra su capacidad de adaptación, a la activa participación de la dirigencia comunitaria y al aporte de los padres de la Escuela y socios del Centro Unión Israelita de Córdoba demostramos que se puede destruir para construir, propiciar el encuentro, seguir enseñando y aprendiendo juntos y formando a esta generación en valores del judaísmo para la vida.

Iluminados por las generaciones que nos precedieron y bajo el contundente sonido de uno y otro y otro y otro shofar, que vencieron a las murallas de Jericó, como madre de nuestra querida escuela, tengo el convencimiento de que seguiremos refaccionándola para derribar los muros que nos separan y armar hermosas y enormes aulas seguras para los nuestros.

Gracias por seguir confiando.

Lic. Marcela Zadoff

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