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Fin de una hermosa etapa

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Egresamos del jardín. Sí. Digo egresamos porque no solo el menor de nuestros hijos acaba de cerrar esta etapa para abrir las puertas de un nuevo mundo que es el primario. También como familia llegamos al final de este capítulo y nos despedimos del jardín de infantes. Lo hacemos después de haber transitado unos años maravillosos junto a nuestros tres hijos que marcaron los primeros trazos de su camino en el Gan Ierushalaim.

Nos invade una mezcla de alegría y nostalgia. Llegamos al gan de la mano de Pierina, nuestra hija más grande, llenos de incertidumbres y miedos. Los primeros días de adaptación fueron difíciles. Creíamos que ella no quería soltarnos la mano cuando, en realidad, éramos nosotros los que nos aferrábamos a la idea de tenerla siempre en nuestros brazos. Pronto los miedos fueron desapareciendo y los ruiditos del jardín se hicieron parte de nuestra vida. Pierina traía todos los días una vivencia, un dibujo, una canción, un aprendizaje en su pequeña mochila llena de migas de galleta.
Poco tiempo después, su hermana Matilda se incorporó a la familia del Gan Ierushalaim. Entró corriendo a la kitá de 1 dando pasos todavía inestables, aún con un pañal asomando por su pantaloncito. Su sonrisa luminosa cada vez que la íbamos a retirar nos dio la tranquilidad de que otra vez estábamos haciendo lo correcto.
Finalmente, entramos de la mano con Julian, nuestro hijo más chico, a este rincón mágico que (ya a esa altura no teníamos dudas) era el mejor lugar para verlo crecer. Todavía teníamos tanto jardín por delante que veíamos el último día muy lejano. Pero el tiempo, como suele hacer siempre, se voló y nos puso de cara a la realidad de que nuestros tres hijos crecieron. Hoy Julian (y nosotros junto a él) deja este nidito donde aprendió a volar.

Llegó el día de decirle chau al jardín cerrando este círculo que empezó con miedos pero terminó lleno de certezas. El Gan Ierushalaim se transformó de un ambiente desconocido a un lugar que quedará por siempre marcado en el corazón de cada uno de nosotros.
Ahora es tiempo de explorar otros mundos, de vivir diferentes aventuras, de escribir nuevas historias. Pero el jardín siempre estará ahí para acobijarnos, cada vez que volvamos a él a través de la tibieza de sus recuerdos

Jesica Chejoski

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