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PRIMEROS DÍAS…

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Todo está listo:

el agua, el sol, el barro.
Pero si faltas tú,
no habrá milagro.
J. M. Serrat

Estaba todo listo y faltaban ellos y ellas. Y entonces, el encuentro. Se fueron sucediendo los primeros días entre ansiedades, llantos, sonrisas, asombro, apego a las rutinas y descubrimientos.

Las morot se hicieron a la tarea de saber de los niños y niñas de la kitá, hacer suyo el grupo, planificar, alojar, cuidar, armar, organizar, proponer, ofrecer. Enseñar.

Nuestros pequeños también estuvieron muy ocupados: debían conocer el gan. O reconocerlo. Hacerlo propio. Disfrutarlo. Retomar vínculos. Hacer nuevos. Jugar. Confiar. Aprender.

Para que el Gan sea el espacio que les muestra el mundo de otras maneras, es necesario que suceda todo lo que describimos previamente. Y al revés: cada una de estas operaciones necesita de un mundo desafiante, misterioso y prometedor que se devele ante ellos de la mano de sus morot.

Compartimos con ustedes algunas escenitas de lo que estos primeros encuentros provocaron:

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